Por mucho que te digan que algo que tú quieres no es posible
o no tiene solución, tú no te rindas, ni hagas caso.
- Estamos rodeados de personas que se dejan vencer y que no
luchan ni investigan.
- La gente a veces se cree que por ejemplo solo hay una
manera de fregar los platos, o dos o quizás tres, bueno, pues un par de terapeutas americanos,
hicieron el experimento, y comprobaron
que existen hasta trescientas maneras de fregarlos, dependiendo de quién lo
friegue, en que sitio lo haga, en qué país,
con que friegue…etc.
-Aunque a veces no las vemos, siempre existen otras
alternativas, y lo único que hay que hacer es tener esperanza y no rendirse. A
veces tenemos que dar la vuelta al problema, o buscar otro camino para
resolverlo, porque seguro que así, con tesón y con ilusión lo encontraremos.
-En España, tenemos la costumbre de contar pequeños chistes
para hacer hincapié en la moraleja, a lo mejor porque recordamos la herencia de
nuestros famosos cuentistas como El Infante Don Juan Manuel, que nos dejó 50
cuentos con moraleja del Conde Lucanor como: “La Lechera” o “La Zorra y las
uvas”. Yo, os voy a contar el cuento moderno que se llama:” El Jesuíta y el
cigarro”.
-Había una vez, un
jesuita y un benedictino, que eran grandes fumadores, y a veces se encontraban
y charlaban sobre la faena de no poder fumar en los tiempos marcados para rezar,
y que debido a su adicción, se les hacían eternos.
-Decidieron un día que cada uno se iba a atrever a discutir
este asunto con su padre superior, y que ya se contarían al día siguiente, lo
que había pasado.
-Cuando se volvieron a reunir, el jesuita le preguntó al
benedictino, que cómo le había ido en su reunión. “Fatal”, contestó. Le dije al
Padre Abad: ¿me permitiría usted fumar mientras rezo?, y mi Abad se puso tan furioso, que encima me puso una tremenda
penitencia por mi atrevimiento. Pero tú, le dijo al jesuita, parece que estás
contento.
-El jesuita sonrió, y dijo: Yo, fui a hablar con mi Padre
Prepósito, y le pedí permiso para rezar
mientras fumo, y no solamente me lo permitió, sino que incluso me felicitó por
mi gran devoción.
-Debemos de ser astutos como el jesuita, y, cuando algo no nos funciona, buscaremos el camino alternativo como él, y
empezaremos de nuevo.
- No debemos tener miedo al fracaso, porque el que nunca se
confunde, es que no hace nada y se queda quieto.
-De cada error, debemos sacar una lección.
-No podemos olvidar que la vida es como una escuela, y todos
los días aprendemos algo nuevo, y debemos retomar el camino con alegría y con
optimismo. Nunca hay que rendirse, si no que hay que coger más fuerza para perseguir
los sueños, y no hay que posponer la felicidad, porque ahora mismo es el mejor
momento.
-Siempre habrá una manera, y si la buscamos con ilusión, seguro que la
encontraremos.
-No debemos desesperanzarnos porque otros nos lo digan
Es emocionante pensar que “el mañana” es una página en
blanco, y que depende solamente de nosotros el que la empecemos sonriendo o
gruñendo. Cada día nos traerá enormes sorpresas.
-Deberemos actuar como los niños que creen que todo es
posible, y si lo creemos, lo será……
-Seguiremos sembrando nuestros sueños para recogerlos en
forma de realidades, y encontraremos un rayo de esperanza en los malos
momentos, ya que así es como únicamente podremos construirnos una vida mejor.
-Recordaremos que la felicidad está al alcance de nuestra
mano, pero nosotros tenemos que alargarla y cogerla.