A la mayoría de las mujeres de mi generación nos
encanta hablar por teléfono .
- A lo mejor somos tan adictas a mandar WhatsApps como lo son nuestras hijas, pero la diferencia creo que está en que necesitamos oír la voz de nuestros amigos, de nuestros hijos, o de nuestros nietos, a menudo para saber que todos están bien.
- A lo mejor somos tan adictas a mandar WhatsApps como lo son nuestras hijas, pero la diferencia creo que está en que necesitamos oír la voz de nuestros amigos, de nuestros hijos, o de nuestros nietos, a menudo para saber que todos están bien.
-Las mamás con hijos mayores somos expertas diagnosticadoras telefónicas, porque tenemos unos cascabelitos
internos que nos avisan de que hay un fondo de tristeza, o de desgana, o de
frustración, o de falta de dinero, jajaja y no paramos hasta que nos lo cuenten.
-Mi abuelita repetía la frase de Ramón de Campoamor, en su obra "Quién supiera escribir" que decía : “Para
un viejo, una niña tiene siempre el pecho de cristal.
- Mi abuelita se sabía de memoria sus poesías que a menudo nos recitaba, y a nosotras nos encantaba oir una y mil veces la historia de una chica enamorada que pide ayuda al cura para escribir una carta a su novio, y se va quedando pasmada al ver que pone exactamente lo que ella querría poner pero no sabe expresarlo, y no entiende cómo un cura puede saber exactamente lo que ella siente.
-Por mucho que nuestros hijos, nuestros padres , nuestras hermanas o nuestros amigos nos digan que no les
pasa nada cuando llaman desde el otro extremo del mundo, notamos
que les pasa algo, y somos capaces de preguntarles y volverles a preguntar hasta lograr que nos cuenten lo que les ocurre.
-Ellos nos tacharán de “mandonas” y de “meticonas”,
y probablemente tendrán razón, pero también saben que una vez destapado el
problema , les ayudaremos en todo lo que podamos y les aconsejaremos según nuestra experiencia, y eso en el fondo les tranquiliza.
-Por eso, una buena charla por teléfono a veces ayuda a
reparar una herida de olvido, o a diagnosticar un arrepentimiento, y nos da
alas para aconsejar la mejor manera de resolverlo, o por lo menos nos inspira
las palabras para consolarlas.
-Dicen algunos autores que las mujeres nos
volvemos invisibles a partir de una edad, pero estos hombres no conocen a las
mujeres; están confundidísimos, porque nunca hasta que llegamos a esta edad, fuimos más conscientes de lo importantes que somos en el organigrama familiar y
social y de la falta que les hacemos a ellos.
-Nos gusta reírnos a carcajadas con nuestras
amigas, y hacernos bromas e inocentadas, y recordar aquellos tiempos en los que
nos preocupaba tanto la opinión de los demás, que a veces nos producía desasosiego.
-Con los años valoramos mucho la amistad y el cariño, y sabemos que aunque cada uno
haya tomado una ruta diferente, siempre si nos lo proponemos tendremos un
ratito para hablarnos y para encontrarnos, y siempre nos querremos aunque pasen
los años.
-Nos despedimos muchas veces con un “¡Hasta
mañana si Dios quiere!”, porque sabemos que la vida depende de Dios y que su
duración es un gran misterio para nosotros .
-Desgraciadamente en el camino de nuestra vida hemos perdido demasiados buenos compañeros de viaje, algunos por la Ley de la vida, pero otros por culpa de enfermedades, accidentes....., así que cada día valoramos el hecho de poder hablar y estar junto a las personas que tanto queremos un ratito más.
-Buenas noches.