-Todos hemos pasado épocas en las que desconfiábamos
de los amigos, de los hijos, de los hermanos , maridos, compañeros de trabajo…..
y de quien fuera.
- Es malo dudar y desconfiar, porque sin darnos
cuenta lo convertiremos en un hábito y cuando en una relación se instala la
desconfianza, es muy difícil volver a recuperarla.
-Nuestro instinto de supervivencia, nos aconseja
desconfiar de los desconocidos, en cambio , a veces conocemos a alguien y nos
sentimos tan a gusto con él , que enseguida
confiamos más en él que en un compañero de trabajo que se sienta a
nuestro lado desde hace más de 10 años.
-En cuanto desconfiamos de alguien, se instala
en nosotros “la duda que no conoce razón ni cordura”, y como lo consintamos , ya nunca nos la podremos quitar de encima.
-La clave para evitar caer en ella, estará en la
comunicación, porque el desconocimiento del problema hace que inventemos cosas
que no son verdad, sino argumentos nuestros para justificar una
situación.
-Las personas que son siempre desconfiadas,
suelen tener familias que en su afán de protegerles de pequeños, les metieron
miedo argumentándoles que la gente es mala y que los desconocidos son
peligrosos.
-Como ahora somos adultos, deberemos “desaprender”
estos argumentos , comprendiendo los motivos que tuvieron los que nos los
inculcaron, y pasar página.
-Lo mejor que podemos hacer cuando alguien nos
defraude, será hablar con ellos y pedirles una explicación, ya que a veces no
son más que malentendidos que si no se
arreglan romperán una relación.
-Así que desterremos de nuestra vida la
desconfianza y la duda que no sirven
para nada y oscurecen la verdad destruyendo todo.
-Buenas noches.