miércoles, 13 de abril de 2011

"Las tres hermanas"




Este mediodía, hemos ido las tres hermanas al cementerio del Pardo a llevar flores a mis padres, a mi abuela y a mi tía. Nunca me han gustado los cementerios, pero este si me gusta, recuerdo que cuando mamá compró su parcela, para trasladar allí a su madre tenía ilusión, decía que estaba en un sitio precioso donde siempre daba el sol.
- Hemos puesto un centro de flores enorme y maravilloso, no era nada sencillo, parecía de esos que mandaban los admiradores a las vedettes. Lo ha comprado Mima, pero a las tres nos ha hecho gracia.
- Hemos estado un ratito arreglando las flores, rezando y charlando, mis hermanas me preguntaban que si yo creía que íbamos a una vida mejor, porque como no sabemos de nadie que haya vuelto, les he dicho, tengo la seguridad de que vamos a un sitio estupendo, y que cuando nos vayamos, nos saldrán a recibir con los brazos abiertos todos los que nos quisieron y que ya no están aquí (eso no quiere decir que tenga prisa por ir, ¡ni muchísimo menos!
-Es curiosa la relación que tenemos con nuestras hermanas, que, en un momento, con solo una palabra nos trasladamos a nuestra infancia. Es cuando nos damos cuenta de cuánto necesitamos las unas de las otras. Son tantísimos los momentos vividos juntas que existe una comunicación mental.
- Hemos hablado mucho de nuestros hijos. ¡Les queremos tanto!, que aunque tengan la vida resuelta, a las tres nos preocupan, y pensamos en ellos como los niños que fueron….
- Las tres estamos de acuerdo en que a veces quisiéramos abrazarles fuerte para protegerlos de las cosas de la vida.
- Quisiéramos trasmitirles nuestra experiencia, para que ellos no necesiten cometer los errores que cometimos nosotros para aprender tantas cosas.
-A veces los miras de lejos, y rezas para que elijan bien, los que aún no se han emparejado, quieres que tengan un buen trabajo, pero que no trabajen tanto que no les permita vivir y disfrutar……
-Luego nos hemos ido a una terraza a tomar unas raciones riquísimas de calamares y queso curado, con cerveza sin alcohol, y hemos seguido charlando de los maridos.
-Hemos llegado a la conclusión de que las tres hemos tenido suerte con los nuestros, pues los tres son muy buenos chicos, y nos quieren mucho, cosa nada corriente en este mundo donde cada vez hay más gente que concede tan poco valor al amor y al vínculo.
-Quizás influya en que a las mujeres de nuestra generación, nuestras madres, nos educaron en la idea de que el matrimonio es para toda la vida, y que hay que tener educación y no faltarse al respeto, ni insultarse, ni consentir que tu marido lo haga, porque: “El que consiente lo pequeño, consentirá lo grande” pues, como decía mi madre: “Palabra suelta, no tiene vuelta”, pero que sabíamos, que esto no se rompe por una discusión, a no ser que te maltrate, te minusvalore, te engañe , o beba…
-Mi madre era una mujer universitaria, un poco feminista y consciente de sus derechos, aunque por otro lado, fue una esposa abnegada,( cuando su marido se puso enfermo), una buena hija y hermana, y una madre maravillosa, alegre y positiva, que siempre encontraba el lado bueno de las cosas, y creía que para todos los problemas, siempre hay una manera.
-¡Ojalá, nosotras sepamos transmitir algo así a nuestros hijos!