Hoy 15 de agosto, es mi santo porque se celebra
en Madrid la fiesta de nuestra patrona “La Virgen de la Paloma”.
-He recibido muchísimos WhatsApp, correos,
llamadas de teléfono, y felicitaciones de amigos de todo el mundo.
- Raquel mi amiga, me ha regalado una tarta
exquisita capaz de hacer pecar al más anoréxico, je,je, y ahora
descubro que Jose, una amiga muy
generosa que dedica mucho tiempo a cuidar y socorrer gatos abandonados, me ha
mandado una reseña contándome que hoy es
el “Día Internacional del Gato Callejero”, así que como homenaje a los gatos, les dedico mi entrada, y os cuento la historia
de Gali.
-Me crié en una casa muy alegre llena de gente,
y cuando tenía tres años, la familia aumentó, porque nos trajimos de un veraneo
en la Sierra de Madrid en “Las Navas del Marqués”, a una preciosa gata montesa
gris, que se encontraron abandonada una tarde paseando por la sierra, era pequeñísima y la hicieron un biberon con un guante de goma, y la daban leche condensada aguada.
-Mi tía Loti, la llamó Gali, y como mi hermano
mayor Jesús Juan, se empeñó en que debía de tener apellido como todo el mundo,
la apellidaron Pondia , así que nuestra gatita pasó a ser “Gali Pondia”.
-Gali era enorme y salvaje, así que los niños
teníamos mucho cuidado de no molestarla para no sufrir sus bufidos, pero se
integró perfectamente en la familia.
-Gali, al ser una gata montesa, echaba de menos
la libertad, así que en cuanto estaba en celo, se escapaba y desaparecía varios
días, dejándonos a los cinco niños, llorando desolados, porque Jesús Juan, nos
decía que nos la había robado un portero de Lagasca al que llamaban “El
Comegatos”.
-Al cabo de 6 o 7 días, aparecía sucia, delgada, llena de heridas y embarazada,
así que cuando llegaba el momento del
parto, mi abuelita la preparaba un cesto grande con una toalla limpita , y la
acariciaba y la daba de beber , y paría ella sola, cuatro o cinco gatos pequeñísimos feísimos,
que mamaban en un cuarto casi oscuro y que nos prohibían tocar a los niños.
-Gali, no quería que nos acercásemos a sus
gatitos, así que en cuanto nos descuidábamos, los escondía en un cuarto grande
que teníamos llenos de armarios , como un enorme vestidor.
-El problema es que Gali, luego no les
encontraba, y teníamos todos que ponernos a buscarlos, y así una y otra vez…..
-Pero en cuanto crecían un poco , y podían comer, había que buscarles casa, así
que mi hermano Finín y yo, íbamos con un cesto con 4 gatos por las puertas de
los vecinos ofreciéndoles los gatos, y la verdad es que siempre conseguíamos
colocarlos, menos un año, que yo me encapriché de una gatita atigrada , y me
dejaron quedármela.
-La llamé Chundi, y respetando el apellido
materno, pasó a ser Chundi Pondia, y fue el mejor juguete de mi infancia.
- Chundi dormía a los pies de mi cama, creo que fue
mi mejor amiga y confidente, y cuando murió una madrugada, me dejó un vacío difícil
de llenar.
-Luego, ya casada, he tenido otras gatas, y la
última , una preciosa gatita blanca, a la que también llamamos Chundi, nos ha dejado un vacío terrible, porque
era otro miembro de la familia.
-Si os gustan los gatos, os aconsejo que
adoptéis uno, porque son muy cariñosos, suelen ser limpios y silenciosos, no molestan nada , en cambio hacen muchísima
compañía y te acaban queriendo mucho.