Mi amiga Ángeles, está desolada. Este verano ha
vivido una auténtica pesadilla, porque en julio murió de muerte súbita una
sobrina a la que adoraba, y que había vivido con ella cuando era pequeña.
-Dice que desde entonces todo ha sido confusión,
impotencia y una pena desgarradora.
-Nunca estamos preparados para asumir la muerte
de una joven. Nos parece que es algo injusto, imprevisible y desgarrador; es
como si el destino se saltase las normas , y hubiera habido una terrible
equivocación, allá arriba.
-Parece como si todos los que la querían, se
hubieran quedado sin energía para seguir viviendo, pero sabemos que en estos
casos, lo mejor es no rehuir el dolor, vivirlo con toda su fuerza, y llorar
todo lo que nos haga falta.
-Los amigos, solamente pueden escuchar y
acompañar, porque nunca encontraremos argumentos válidos que justifiquen esa muerte
.
-Yo se que el duelo hay que pasarlo, porque personas que se han hecho las fuertes y
han intentado saltárselo, luego han sido
presa fácil para una grave depresión.
-Yo , desde aquí, solo puedo decirlo que la
entiendo, que me duele su dolor, y que aquí estoy para cuando necesite hablar.
-El único argumento de consuelo que se ,me
ocurre, es que si somos católicas, como creemos, tendremos que pensar que somos
hijas de Rey, y que nuestro padre nos protege; así que pensaremos que esta niña
está en un sitio mejor, con sus antepasados, y que desde allí va a cuidar de
todos los que tanto la quieren, como un
ángel de la guarda.
-¡Ánimo Ángeles!