Creo que no valoramos la vida que tenemos.
-La vida es hermosa, aunque la mayoría de las personas
cuando se ven en peligro de perderla, es cuando únicamente se dan cuenta de lo
que tenían.
-Somos seres
privilegiados que podemos vivir
de una manera armónica con la naturaleza, con la luz, con el sol, con los animales,
pero que no lo hacemos porque desde que nos levantamos estamos enganchados a un
piloto automático que nos impide vivir y
disfrutar de este paraíso cada
día.
-Dentro de las casas, encendemos las luces, para
evitar correr las cortinas y dejar que entre el Sol a raudales; cosa que
agradecería nuestro cuerpo, ya que el sol tomado con precaución es fuente de
vitaminas, y fortalece nuestros huesos.
-Salimos poco a pasear por el campo. No estamos
casi nunca en contacto con la naturaleza.
- Llevamos zapatos que torturan nuestros pies, y
ya casi nunca pisamos la tierra ni la hierba.
-Hemos cambiado los relojes para ahorrar
energía, y nunca nos permitimos despertar con el sol en nuestra cara, ni con el
canto del gallo, sino que saltamos despavoridos al oír un horrible timbrazo de
un despertador que marca nuestra vida con estridencia.
-Muchas veces no solo no desayunamos
adecuadamente nosotros, sino que consentimos que los niños vayan al colegio
mordisqueando unas galletas en el ascensor, perdiéndonos la ocasión de
disfrutar de un desayuno familiar lleno de risas y de planes, que sería la
mejor manera de empezar para ellos.
- Esos niños, estarán distraídos en clase, ya
que un buen desayuno es básico para la atención y la concentración, y los
padres tendrán muy baja la atención, y demasiado alta la cafeína, por tomarse
un café fuerte a palo seco.
-Nos relacionamos poco y mal, porque cuando utilizamos
los transportes públicos, metemos la cabeza en el periódico, o miramos nuestro móvil,
para evitar que nuestras miradas se crucen con las miradas de los otros, y en vez de saludar y sonreír al que se sienta o
está de pie a nuestro lado, ponemos cara de circunstancias.
- Al mediodía, comemos un sándwich de mala
manera, y al volver a casa, ya es tan tarde que no tenemos ganas de
paliques, ni de cariños, así que intentamos abreviar las ceremonias del baño
infantil , y de la cena, convirtiéndolas
en ducha y sándwich, para que los pequeños, se metan en la cama cuanto antes y
no nos molesten.
-Nos distanciamos de nuestros mayores, y
tranquilizamos la conciencia aplazando para cuando: Tengamos más tiempo, más
dinero, menos trabajo…etc., sin darnos cuenta que nuestros padres se hacen
mayores, y que cada día a su lado es un tesoro que recordaremos durante años.
-La vida no se detiene, así que vamos a intentar
organizarnos mejor para que todos seamos más felices.
-Deberíamos revisar nuestros hábitos; porque si
nos levantamos solo media hora antes, podremos desayunar en familia: café con
leche, tostadas un poco de jamón o queso, algo de fruta, hablaremos con los
niños, haremos planes para el fin de semana, y nos despediremos unos de otros
sonrientes y tranquilos hasta la noche; y así empezaremos muchísimo mejor cada
día, y seremos mucho más felices.