Esta idea partió del dermatólogo norteamericano que vio que una relación entre una proteína que participa en la entrada del virus en la célula y la expresión o sensibilidad a la hormona masculina (andrógeno). Se vio que una mayor sensibilidad a la hormona de andrógenos hacía que el virus entrara de forma más intensa en los pulmones. Los varones, de hecho, tenían una mayor mortalidad.
El internista y estomatólogo Carlos de Sola, también citado por El MUndo, no lo ve descabellado. "Puede ser, y que los calvos, sugieren varios estudios, probablemente tengan una mayor tendencia a inflamarse, y el virus ha puesto de manifiesto que la inflamación del organismo es un asunto serio". Y añade: "El problema no es sólo la testosterona, como dice el investigador de la universidad americana, sino que los calvos, de media, están más fuertes inmunológicamente, y eso favorece una reacción inflamatoria exagerada frente al virus".