Esta mañana he ido de compras con mi hija a un
montón de tiendas y hemos estado viendo a varios vendedores que quizás por ser
agosto, no estaban en el sitio adecuado, y lo hacían fatal.
-Nos ha llamado mucho la atención, lo mal que
han tratado a una chica de talla muy pequeña, diciéndole que se fuera a niños
que tenía una talla de niña.
- La chica se ha quedado desolada, y yo la he
dicho que vaya a El Corte Inglés, o a cualquier tienda buena y pida una talla
small o petite, y que no haga caso…….
-Creo que en cualquier profesión hacerlo bien es
importante, porque te sientes mejor, sientes la satisfacción del deber cumplido,
funciona mejor todo, ayudas a la gente, ¡qué
sé yo!……
-Ser un buen vendedor en una tienda de ropa ,
creo que tendría que ser una condición “Sine Qua Non”, porque estás todo el
tiempo rodeado de gente que busca ropa para estar mejor, sentirse mejor, quedar
bien, vestir bien….
-En este trabajo, como en muchos otros, el que no
se sienta realizado, no debería ocupar ese puesto, en estos momentos tan difíciles,
porque además, sin darse cuenta, hace daño a la gente a la que no aconseja, o
la aconseja mal.
-A los malos vendedores, solamente les importa
lo que la gente paga en caja, en vez de intentar ayudar a las personas con
buenos consejos, a sacar el mejor
partido de cada uno.
-La ropa bien escogida, nos cambia
completamente; si vestimos bien, podemos estar mucho más guapas, más elegantes,
más deportivas, más sofisticadas, más jóvenes, más formales, dependiendo de la
ropa que llevemos.
-Desgraciadamente, “El hábito, si hace al monje”……
-Hay un programa precioso en “Divinity” llamado “Cambia
de look”, donde cambian totalmente de aspecto a
la gente que no está contenta con su imagen, y consiguen resultados
sorprendentes.
-Nos hemos sentado a tomar un Capuccino en el
Starbuck de la Vaguada, y le he contado
a mi hija una anécdota que viví yo hace años , y que fue para mí un
antes y un después con todo lo
relacionado con la ropa y el aspecto.
-Una mañana fui con una amiga a la tienda de
Elena Benarroch, en la calle Lista
(Ortega y Gasset) de Madrid, en plena Milla de oro.
-Mi amiga María, saludó a Elena, que es una mujer muy agradable
y muy vitalista, además de una gran peletera y una gran modista.
- Enseguida, nos invitó a sentarnos a tomar un
café en un rinconcito muy agradable de su preciosa tienda.
-Estuvimos charlando de mil cosas, del I- Ching,
que yo echaba entonces y al que María era aficionada, de los maridos , de los
hijos…..
-Al cabo de un rato, entró en la tienda una
señora extranjera, de unos 50 años, gordita y sonriente, con dos o tres
acompañantes. Elena se disculpó con nosotras y fue a saludar, y al cabo de un
ratito, y siguiendo las instrucciones de ella, salió una dependienta
elegantísima, muy sonriente, con una especie de tendedero lleno de ropa de
todos los estilos y colores, y se fue con la señora y sus acompañantes a una
salita con probador.
-Elena
nos contó, que la señora estaba desolada, porque necesitaba ropa para asistir
a una serie de eventos, con las dificultades que tenía ella para encontrar
talla, ya que siempre se vestía a medida en su país.( María y yo pensamos que a
lo mejor la habían perdido el equipaje en los aeropuertos).
-Nosotras seguimos charlando de nuestras cosas,
y María, me dijo de pronto: Paloma,
ahora vas a ver lo que vale Elena.
-Yo tenía una gran curiosidad, porque me parecía
muy difícil, que esta señora encontrara varias cosas a su medida y a su gusto….
-Pero, la sorpresa acababa de empezar. La señora
empezó a probarse cosas, y todo la valía, y todo la gustaba, y todo la
favorecía; era un auténtico milagro, parecía como si se hubiese presentado de pronto el
hada de la Cenicienta, y la hubiera dado con su varita mágica, ya que con todo estaba guapa, y desde luego parecía
mucho más delgada y más joven y muchísimo más elegante.
-Esta señora, había tenido la suerte de ir a
consultar con profesionales competentes que solamente la mostraron las cosas
que la podían valer, y sentar bien, a la vez que servían perfectamente para los distintos eventos a los que tenía que asistir.
-Al final la señora se llevó tantas cosas que la
tuvo que ayudar el personal a sacar tantísimas bolsas y paquetes al coche.