Mi abuelita nos contaba muchos cuentos chinos
que leía en un libro de cuentos precioso que guardaba en su misterioso armario
de luna negro con columnas y puertas forradas por dentro con seda morada, donde
tenía prendidas muchas cosas preciosas.
-Hace muchísimos años vivía en un palacio de China un emperador muy sabio, que no se fiaba mucho de los
médicos, porque pensaba que aunque curaban también mataban a mucha gente.
-Una mañana ordenó que todos los médicos de su imperio, encendiesen en sus ventanas, balcones, terrazas, tantas
velas como enfermos se les hubiesen
muerto durante el año anterior, y los médicos debían hacer una declaración
jurada y firmar el documento.
-El día de la Gran Fiesta, el emperador salió
del palacio en su carroza en dirección
al barrio de los médicos para ver cuál de los médicos era el mejor para tratar
al Emperador.
-Observó que miles de velas iluminaban las
calles y cuando no cabían en las
ventanas, las ponían en las puertas y en las fachadas.
-Mandó parar
el coche ante una casita pequeña
donde solo había 4 velas encendidas.
-El emperador entró en la casa y se sentó diciendo:
-¡Tú serás mi médico!. ¡Has ganado y desde hoy
vivirás en Palacio. ¡Debes de ser un gran médico porque solo se te han muerto 4
pacientes, mientras que a los otros , no quiero ni contarlos…..
-El médico muy azarado se arrodilló ante El Emperador
con la frente en la alfombra, en señal de respeto y contestó con un leve balbuceo:
-“Rey Sabio….yo he empezado a ejercer como médico esta mañana”
-Así que las apariencias engañan..... que era lo que
nos decía mi abuelita al terminar el cuento.
-Buenas noches.