Es muy fácil
cuando estamos cansados o malhumorados que perdamos el control por cualquier tontería,
pero perder el control, puede ser muy dañino para los que nos rodean, sobre
todo si son niños.
-Esta tarde
he ido con mi marido a La Vaguada que es un gran centro comercial a hacer la
compra.
-Al salir
del supermercado, los pasillos estaban llenos de gente que iba y venía en un
alegre bullicio.
- De pronto
hemos visto a una niña pequeña vestida de rosa que debía tener alrededor de 5
años llorando desconsoladamente, mientras caminaba deprisa, yo me he dirigido
hacia ella para preguntarle si estaba perdida, cuando he visto que intentaba
seguir a su madre, una chica joven muy bien vestida, que llevaba a rastras a
otra niñita de unos dos años, vestida con el mismo traje de color rosa.
-Me he
acercado con disimulo, para controlar que la niña no se perdiera, cuando la
madre de pronto se ha parado, y en voz muy alta para que la oyeran , pues las
dos niñas iban llorando, se ha dirigido a la mayor, y señalándola el sentido
contrario, la ha gritado; -¡Vete!.
¡Yo no te quiero ver más a mi lado!
-La niña
lloraba con hipo diciendo mami, mami…..
-Pero ella
con la cara descompuesta seguía gritando
¡vete!.
-Varias personas
nos hemos quedado mirándola extrañadas, y al darse cuenta, la ha cogido de la
mano, y han bajado las escaleras del aparcamiento.
-Mi primer
impulso ha sido intervenir, pero mi marido no me ha dejado, diciéndome que no
me meta, que es su hija….etc
-He vuelto a
casa con mal sabor de boca, porque me ha parecido una situación tan injusta la
de esa madre con esa niñita….
-Desconozco
lo que ha pasado, pero no creo que
llevar agarrada de un brazo casi arrastrándola a una niña pequeña, y correr
para que la otra no te alcance y echarla de tu lado, es una autentica crueldad.
-Los adultos
somos nosotros y tenemos que tener la madurez suficiente para saber controlar
nuestra ira, y no cargarla contra dos niñas pequeñas.
-Educar es
básico, y lo mejor que yo puedo aconsejar después de trabajar con niños
pequeños durante 32 años, es saber decirles que no, cuando haga falta, y no
ceder si no nos parece apropiado, así
las cosas no irán a más, porque los niños aprenden que si decimos no, es que no.
-Pero lo que
no se debe hacer es consentir las cosas y luego maltratar a las niñas por
hacerlo.
-Mi madre que
era muy lista y muy cariñosa, siempre nos decía:
“Más vale negar sonriendo que
dar gruñendo”.
-Este refrán
es muy sabio y a mí personalmente me ha ayudado mucho a lo largo de mi vida
familiar y profesional.
-La ira es
muy mala consejera, y los niños sufren mucho con estos ataques tan
desproporcionados.
-Debemos
reflexionar y darnos cuenta de que nuestra ira puede hacer mucho daño, y que
una mala palabra como:¡Vete!, o ¡Yo no te quiero ver a mi lado!, le hace tanto
daño a un niño como si le pegaras un tiro, porque le dejas desconcertado,
y se ve perdido ya que su mamá es su punto de referencia.
-Debemos ser
muy cuidadosos con nuestras palabras como dice mi hermana Mima, ya que: “Palabra
suelta no tiene vuelta”.
-A veces una
infusión calentita de tila arregla mucho el día.