Resulta que nos pasamos una gran parte de nuestra vida
esperando resultados, y mientras esperamos, tenemos una especie de desasosiego
que no podemos controlar.
-La vida no es más
que un montón de cosas que nos suceden; alegrías, tristezas, encuentros,
desencuentros…..
-Pero
enseguida estamos sin darnos cuenta, esperando resultados; desde chiquititos, las
notas para ver si nos han admitido en el
jardín de infancia, hasta las del bachillerato, graduación, fin de carrera, oposiciones,
empleos…etc.
-Los
resultados nos preocupan todos, pero los de salud, los de pruebas médicas creo
que son los que más nos inquietan, y muchos no tenemos ya una madre que era la encargada de llevarse la gran preocupación sin que lo notáramos, y
sabíamos que estando ella, todo saldría
muchísimo mejor porque siempre encontraría la mejor manera para que lo pudiéramos arreglar.
-Es curioso
que aunque pasen los años, la mayoría de nosotros, en los momentos en los que estamos
preocupados, tristes o agobiados, siempre pensamos en nuestra madre.
- Creo que
tengamos la edad que tengamos, la vida no nos prepara adecuadamente para
quedarnos huérfanos.
-La gente de
nuestro alrededor y nuestros hijos, nos consideran capaces de asumir esa gran
responsabilidad, pero nosotras en el fondo de nuestra alma, no nos sentimos así
de fuertes y de valientes.
-Es una pena
que no podamos preguntar a nuestra madre si a ella la pasaba lo mismo, si
sentían esa añoranza permanente……
-Yo recuerdo
cuando murió mi abuelita, que mamá decía que la había dejado un hueco
irremplazable, y yo la consolaba diciendo que Lita era ya muy mayor, que había
vivido mucho, que estuvo todo el tiempo rodeada de su familia, pero eso a ella
no la bastaba……
-Por eso,
ahora que hemos cogido nosotras la antorcha, las que tenemos que estar en
primera línea, debemos intentar dar a
nuestros hijos esa paz que nuestra madre nos daba a nosotras.