Hay momentos, en que la situación te desborda, porque no te han salido las cosas como esperabas, y lo que menos te apetece es tener que contestar a 27 llamadas telefónicas, dando tu parte de salud a toda tu familia.
-Sabes que esto gracias a Dios pasará, no es nada que no tenga arreglo, pero es algo que sumado a unas cuantas contrariedades que ya tenías encima, es lo único que te faltaba.
-Las personas que te agobian esgrimiendo el argumento de que te quieren, son poco observadoras, o poco reflexivas, porque si se paran a pensar en su propia experiencia, que todo adulto que ha vivido más de 30 años, la tiene, sabrán, que en momentos malos, necesitas estar solo, porque no tienes ganas de hablar con nadie, y como gracias a Dios, no estás deprimido, no necesitas ni que te vigilen ni que te persigan. Solamente esperas.
- ¡Que te dejen en paz!
-Cuando te dejan estar solo, estableces tu propio monólogo, y tú mismo te consuelas buscando una razón, o un argumento para justificar el hecho de que algo te ha salido mal.
-“Profesor tiempo todo lo cura”, decía mi madre, y si te conceden un poco tiempo, para interiorizar y valorar las cosas, tú mismo las acabas aceptando que ya es más de la mitad del camino de resolverlas.
-A veces es maravilloso poder hacer lo que a uno le apetece, porque te libera estar distraído sin hacer nada, el momento presente, es tuyo, y quieres no pensar en nada. “A cada día le basta su propio afán.
-Tu cuerpo es sabio, y te pide tranquilidad y calma, no quiere que le llenen la cabeza con charlas insustanciales que solamente están encaminadas a distraerte, pero tú no quieres distraerte, quieres atender a este momento y estar en calma y en paz.
-No pienso hacer nada por obligación ni por compromiso, tengo ganas de disfrutar de un poco de calma, porque como dice Facundo Cabral:
- “Dios te puso un ser humano a cargo y eres tú mismo.
- A ti debes hacerte libre y feliz.
- Después podrás compartir la vida verdadera con los demás.
-¡Mañana será otro día!
