Esta mañana he hablado con una amiga y me ha dejado acongojada al saber que su hijo de treinta y tantos años, ha caído en una fuerte depresión.
-Trabajaba mucho, casi sin horario como desgraciadamente les pasa a muchos de nuestros hijos, y con el cuento de la crisis, la presión que ejercen en los trabajos sobre estos chicos, es cada vez mayor, y este, no lo ha podido soportar.
-A ella lo que más la ha dolido, es que no lo sabía, porque no la había dicho nada, aunque como todas las madres notaba que algo le estaba pasando……
-Cuando nuestros niños eran pequeños, nosotros nos ocupábamos de que fueran contentos a la cama. Les leíamos cuentos con finales felices, y si hacía falta revisábamos a conciencia debajo de sus camas y dentro de su armario, para que tuvieran la absoluta seguridad de que no había ningún monstruo, y como broche final rezábamos “las cuatro esquinitas tiene mi cama”, para dejarles protegidos por sus ángeles de la guarda.
-Ahora nuestros hijos son mayores. Se empezaron a hacer mayores sin que nos diésemos cuenta. Un día de pronto, ya no quisieron acompañarnos en vacaciones, hicieron amigos que parecían importarles más que nosotros, y sus opiniones eran básicas a la hora de elegir, nos juzgaban, y aunque no nos lo dijeran, nosotros notamos que estábamos a años luz, que éramos las pirámides de Egipto, y aunque no nos acostábamos hasta ver que todos habían vuelto, ya no les podíamos proteger ni consolar, al menos abiertamente.
-Después se independizaron, y aunque notamos que nos vuelven a querer, y que se preocupan por nosotros, no podemos saber lo que les pasa, aunque notemos que están tristes o preocupados, y si les interrogamos porque lo intuimos, nos contestan con un: ¡Mamá, no seas pesada, no pasa nada!...
-Y si pasa, pero como son mayores no puedes hacer nada. Tienen derecho a confundirse y a equivocarse, pero a nosotros se nos parte el alma, porque sabemos que si nos lo hubieran contado en su momento, les podíamos haber ayudado mucho.
-Les habríamos abrazado fuerte y les hubiéramos dicho que no es tan importante como parece, que nada es tan importante como para amargarles la vida, que todo tiene arreglo, que siempre hay una manera, y que si ese trabajo les hace tan desgraciados, pues que lo dejen, que ya encontrarán otro, que siempre aparece” un roto para un descosido” y que en tu casa siempre hay un sitio para ellos y para su familia, si un día lo necesitaran, les dirías cualquier cosa, antes de consentir que se hundieran…….
- Intentaríamos transmitirles nuestra experiencia que nos ha hecho sabios y que nos dice que lo único importante en esta vida es ser feliz, y que un trabajo que les hace desgraciados, no es su trabajo.
-Tenemos que convencerles para que no pospongan su felicidad, hasta que consigan un mejor puesto, que no aplacen las risas para el fin de semana, ni para el puente ni para el verano.
-Las preocupaciones matan, tienen que contárselo a alguien, a quien ellos quieran, pero tienen que verbalizarlo, porque como dice mi amiga Irene:”Los sentimientos que no se expresan, se convierten en resentimientos “, y los resentimientos, se van comiendo las ilusiones y la autoestima.
- Cuida tus pensamientos, porque se volverán palabras.
-Cuida tus palabras porque se volverán actos.
-Cuida tus actos, porque se volverán costumbre.
-Cuida tus costumbres, porque si son negativas, te irán quitando tu alegría
- Esta noche rezaré por ese chico, y por sus padres, para que lo superen, y por mis hijos, como hago cada noche, para que sus ángeles de la guarda les sigan cuidando, aunque ya no crean en ellos, porque el trabajo de los ángeles es cuidar y proteger.
-“Pues El dará órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te guarden en todos tus caminos” "Salmo 91"
