El motivo por el que los seres humanos somos capaces de permanecer sentados en absoluto silencio y a oscuras en una gran sala de cine, es porque nos están contando una historia.
-También dedicamos días enteros a leer, y si tenemos entre las manos un libro que nos atrapa, nos quedamos absortos.
-Nos fascina la vida de unos personajes que no conocemos, y que a veces ni siquiera existen, aunque también nos encantan las buenas biografías.
-Eso me ha pasado a mí con “Pasión Imperial”, de Pilar Eyre, una biografía novelada, de la emperatriz Eugenia de Montijo, una española moderna y atrevida, que enamoró a Napoleón III, que vistió de color malva por primera vez, ya que ese color, lo inventó para ella, Worth,(el primer modisto que existió en el sentido moderno de la palabra), y que transformó París, creando moda con sus perfumes, maquillajes, y criolinas, devolviendo a la corte un poco del esplendor de María Antonieta.
- Necesitamos interesarnos en buenas historias, para que nuestro cerebro vuele, para poder sentir lo que sienten los protagonistas, y, por eso es tan importante escoger bien lo que leemos, ya que va a pasar a formar parte de nuestra experiencia.
-Melanie C. Green, psicóloga de la Universidad de North Carolina en Chapell Hill (EE: UU), ha descubierto que la gente más empática, es siempre la mejor lectora, porque es capaz de ponerse en el lugar del otro y tener compasión.
-Los “cotilleos”, aunque no estén muy bien vistos, forman parte de nuestra vida cotidiana mucho más de lo que queremos admitir.
-El 65% de nuestras conversaciones giran alrededor de sucesos que les han ocurrido a los demás, a nuestros amigos, vecinos, conocidos, famosos…etc
-Somos hijos de nuestra evolución, y en los grupos de nuestros antecesores primitivos, la tendencia de los miembros más dominantes del clan a imponerse a los demás, podría haberse neutralizado, a través del “cotilleo”.
-Cuando algunos de los miembros del clan, no estaban de acuerdo con el más dominante, narraban anécdotas, cuentos y demás, que les permitían poner en ridículo al sujeto en cuestión, para que el grupo viera que su comportamiento era inaceptable.
-Así que no hay nada nuevo bajo el sol. Somos exactamente iguales que nuestros antecesores, y si ellos vivieran en nuestra época, a lo mejor veían “Sálvame”.
