-He estado charlando un ratito con mi amiga
Irene Cicero, gran psicóloga, y nos hemos reído mucho, porque siempre estamos posponiendo nuestras citas,
ya que llevamos una rachita las dos que cuando puede una, es la otra la que no
puede…..
-Las amigas de muchos años, somos peregrinas del
mismo camino, y cuando nos encontramos, nos queremos como nos pasa a nosotras.
- No
necesitamos más que un minuto de charla,
para escuchar el tono de voz de la otra, y adivinar si está en un momento bueno
o regular, porque ninguna de las dos consentimos nunca estar fatal.
-La vida está formada por muchos momentos, y
creo que nosotras estamos las dos en ese momento en el que no nos importa casi
nada que no tenga que ver con las personas queridas, con la salud o con el
amor.
-Las mujeres cuando los hijos se nos hacen
mayores, empezamos a cambiar tan deprisa que la mayoría no se da ni cuenta, hasta que de pronto ven que pueden ser las protagonistas de su propia
vida, y que pueden empezar a disfrutar de cosas que antes no podían por falta
de tiempo.
-Sabemos que solo nosotras somos las
responsables de nuestra propia felicidad, y que de nosotras depende el sentirnos
felices o desgraciadas…
- Las mujeres, entonces, nos volvemos más reflexivas, y valoramos mucho más una buena lectura, un rato de palique entre amigos que no tienen
la prisa que tenían hace años de llegar a no sé donde, y que en cambio nuestros
maridos aún siguen teniendo…..
-Creo que este es un momento de madurez, de
disfrutar con un ratito de paz, es un momento en el que aceptas inmediatamente
lo que no puedes cambiar, y que tienes muy claro quiénes son las personas que
te gustan como amigos y compañeros de charlas, y con quien no estás dispuesta a
sentarte ni 5 minutos, porque no tenemos porqué hacer nada que no nos haga sentir bien.
-Las mujeres sabemos que podemos permitirnos no ser
perfectas, conocemos de sobra nuestros defectos y nuestras debilidades, y
tenemos un nivel de tolerancia enorme para nuestros errores.
-Vivimos la vida con sus altibajos, haciéndonos
una limonada cuando nos dan un limón, y cuando pasa, valoramos el estar “mejor
que nunca”…
-Sabemos que tenemos el derecho de ocultar
información que nos pueda perjudicar, por lo que no solemos hablar de lo que
hacemos mal.
-Somos personas, maduras y alegres, a las que no nos cuesta
aceptar y tolerar los defectos ajenos, pero en cambio no soportamos la
injusticia, la calumnia, ni el negativismo de algunos que se llaman a sí mismos
sinceros o realistas, porque tenemos la seguridad de que son unos “gafes” y
unos “amargados” con los que es mejor guardar las distancias.
-Sabemos por experiencia que “cuanto más damos,
más recibimos”, así que actuamos en consecuencia…
-Tenemos muchas ganas de aprender cualquier cosa
que nos llame la atención, pero en cambio no tenemos ni gota de interés en saber cómo funciona un iPhone, un ordenador, o un reproductor de DVD, o una cámara de video, porque nos basta y
nos sobra con saber manejarlas.
-Los chicos jóvenes, cuando les preguntamos
sobre algo de informática, se sienten obligados a ser condescendientes con
nosotros, y a darnos una charla larga y aburrida y a explicarlos lo que es
Internet, lo que es nuestro portátil, la diferencia entre ambos y mil y un
rollos que no nos interesan nada, porque nosotros solo queremos saber cuándo hay
que dar a esta tecla, o que hay que poner en Google o en Safari para buscar algo, y yo querría decirles lo que
nos decía en la escuela de magisterio, una catedrática de psicología: “Nunca
deis a los niños cuando os pregunten algo, más información de la que os piden,
porque entonces, les aburriréis soberanamente”, que creo que es lo que nos pasa
cuando nos dan una información innecesaria.
-Nosotras
les pedimos respuestas, y ellos nos llenan de preguntas como si nos quisieran
examinar de nuevas tecnologías.
- Somos ignorantes en estas cosas, pero sabemos
mucho más que ellos de otras muchas, y no presumimos por eso.
-Decía Einstein:”Todos somos ignorantes, pero no
todos ignoramos las mismas cosas”.
-Tenemos que aprovechar los momentos de la vida,
y debemos dejar de preocuparnos por “tontunas”, y disfrutar del regalo de la
vida cada nuevo día, cada mañana.
-Debemos dar gracias a Dios porque tenemos mucha
gente que nos respeta, nos quiere, y
soporta que seamos a menudo un poco” mandonas”