Esta frase parece muy sencilla, pero si somos
realmente sinceros, son muy pocos los
que se sienten afortunados con la infancia y la juventud que vivieron porque creen que no han podido vivir su propia vida.
-El que más y el que menos, opina que ha estado sujeto
a la tiranía de una familia, de un horario, de unas circunstancias que le han impedido, poder ser:” Él mismo”.
-Muchas veces hablamos y hablamos de que nos
gustaría que nuestra vida fuera diferente, en esto, en aquello y en lo de más
allá; pero no nos hemos parado a reflexionar en cómo es exactamente lo que
tenemos, para poder valorar, lo que nos gusta y lo que nos disgusta.
-Nacimos en una familia que muchos dicen que nosotros
mismos escogimos, pero a veces no la valoramos y la criticamos, porque pensamos
que deberíamos haber vivido de otra manera.
-Existen una serie de circunstancias familiares,
que han influido mucho en nuestra manera de ser y de pensar.
- Nuestros padres hicieron todo lo mejor que
pudieron, según su experiencia y sus circunstancias; ellos nos enseñaron a valorar las cosas pequeñas de la
vida y gracias a ello, hemos conseguido
madurar.
-Esto se llama: Madurez; hemos crecido, y si somos sinceros, nos daremos
cuenta de que hemos vivido muchas más
experiencias positivas de las que recordamos, y que han sido básicas para
nuestro desarrollo.
-Cuando hablamos de experiencias de infancia,
muchas veces criticamos el comportamiento de nuestros padres y los tildamos de
dominantes y de severos, porque nos marcaban unas normas y unos horarios tremendos,
aunque al ser nosotros los padres, comprendemos sus motivos y sus méritos.
-Tendemos a olvidar los buenos momentos, los
bizcochos caseros, los juegos en familia, las comidas y las cenas donde todos
hablábamos, quitándonos la palabra para contar nuestras cosas, las vacaciones….
-“ A toro pasado”, si miramos hacia atrás sin
ira, vemos que ha habido muchísimas ocasiones en los que nos obligaron a dejar
amigos que no eran apropiados, porque
nos apartaban de nuestro camino, llevándonos a otros donde no podíamos acabar
bien.
- Nosotros les tildamos de “abusones” e” injustos”, y ahora viéndoles a
ellos, y a nosotros, tenemos que reconocer, que gracias a sus normas, conseguimos
tener valores y una cierta disciplina.
-A veces esas pruebas nos hicieron esforzarnos,
nos obligaban a intentar ser mejores, y a sacar fuera todo nuestro potencial, nuestra
fuerza y nuestro valor….
-Nos corrigieron muchas veces bajándonos los
humos, cosa que nos dolió en una edad en la que solamente queríamos tener
razón, y ahora, pasados los años, vemos que ellos, si que tenían razón, y que aquellas cosas nos enseñaron
a tener humildad, una virtud muy necesaria para ser feliz.
-Nunca nos permitieron “dormirnos en los
laureles”, y nos obligaron a vivir al día, diciéndonos que a cada día le bastan
sus disgustos, y a estudiar, y a aprobar , y hoy si somos sinceros estamos
satisfechos del resultado.
-Teníamos que enfrentarnos a nuestras acciones
con la cabeza muy alta, y a aguantar el chaparrón, si éramos culpables.
-Esas pequeñas cosas consiguieron que sacáramos
toda la grandeza que guardábamos en nuestro interior.
-Si somos sinceros, diremos que somos unos seres
humanos magníficos, ya que tenemos valores, y sabemos distinguir claramente lo
justo de lo injusto.
-Yo creo que si nos hubieran educado con las
pautas que seguían esos amigos, cuyos padres eran tolerantes, modernos, y
permisivos, nuestra vida hubiera sido mucho más fácil en aquellos momentos,
pero sin disciplina, ni normas, no habríamos llegado a ningún lado, no
tendríamos rumbo, ni hubiéramos podido encontrar nuestro camino
-Nuestra educación, afecta a nuestra vida, y
según te han educado, serás mejor o peor persona.
-La educación nos ha permitido crecer, y aunque a
veces hayamos sufrido contratiempos, hemos podido levantarnos y empezar de
nuevo.
-Nuestros padres han intentado darnos la fuerza
suficiente para resistir, y que cualquier problema no pueda
romperte el corazón, ya que “El aire del Norte hizo a los vikingos” .
-Nos enseñaron también a querernos, a perdonar,
a compartir, a tener confianza, y a ser cautelosos antes de entregar nuestro
corazón a cualquiera.
-Ellos no eran recelosos ni desconfiados,
solamente querían asegurarse de que nos preparaban para poder salir a enfrentarnos
con la vida.
-Creo que todos deberíamos dar las gracias a nuestros
padres, los que tenéis la fortuna de tenerlos cerca, decírselo, y abrazarles.
-Nosotros, los que estamos huérfanos, se lo
diremos mentalmente, porque su espíritu, no nos cabe duda de que nos cuida.