Cuando abandonamos la actividad que estamos
haciendo y entramos en la calma, nuestra mente se convierte en una gran
pantalla en la que proyectamos nuestros pensamientos.
-A no ser que estemos meditando,
empezará para nosotros un desfile de preguntas y respuestas, retales del pasado
y esbozos del futuro, esperanzas, sueños incumplidos, miedos e incertidumbres.
-No tenemos que tener miedo a
nuestros pensamientos.
-Pueden tener o no sentido para
nosotros; al fin y al cabo, nuestro subconsciente maneja muchísimo más material
del que puede asimilar nuestra mente subconsciente.
-Aunque en nuestra mente bullen gran
cantidad de ideas, pocas sirven para tejer pensamientos conscientes que
intervengan en la realidad.
-Hay tres niveles de pensamiento
consciente.
-1º: Incluye la representación desnuda de cualquier elemento. Por
ejemplo, el recuerdo de un encuentro fortuito
del día anterior.
-2º: Las preguntas sobre el primer
nivel. Por ejemplo, nos preguntaremos por qué se produjo dicho encuentro.
-La respuesta o la falta de
respuestas darán lugar a nuevas preguntas que dotarán de significado o también de misterio a lo que puede haber sido u hecho muy simple.
-3º: Es cuando damos un salto
cualitativo y pasamos a ser sujeto y objeto de nuestras preguntas.
-Por qué estoy pensando en todo
esto? Sería el punto de partida.
-En este estadio superior es donde
libramos batallas con nosotros mismos para progresar.
-Recordaremos siempre que nuestro pensamiento es un instrumento para profundizar en nosotros mismos y en la realidad, pero en ningún caso debería paralizar ni sustituir a la acción.
-Buenas noches.