Son las 11 de la noche y estoy cansadísima, he pasado el día con mis nietos. Por la mañana, recogimos a Natalia en su casa, sobre las 12 y nos fuimos a la compra a un centro comercial.
-Estaba tan contenta, que todo la daba risa. Se ha parado en todas partes, y todo lo encuentra bonito. La sorprenden las luces, los adornos, los escaparates, volvía sobre sus pasos, para enseñárnoslo…..Al fin llegamos al supermercado, la montamos en el carrito, y todo el tiempo nos quería ayudar, y nosotras todo el tiempo la decíamos: ¡Que bien nos está ayudando Natalia!, y se ponía contentísima.
- Al terminar hemos ido a comer al VIPS, allí ha sido el capricho de las camareras, porque es una niña buena y bien educada, que está muy acostumbrada a comer fuera con sus padres los fines de semana, y sabe perfectamente lo que se espera de ella y lo que no se espera de ella. Ha comido divinamente, y ha dado muchas veces las gracias con su media lengua.
- Al terminar hemos ido al aeropuerto de Barajas a recoger a mi hijo Daniel que llegaba de París, pero al llegar al aeropuerto, el vuelo tenía retraso, y mi marido ha querido enseñarla los aviones.
Nos hemos sentado en una cafetería preciosa que hay en las Salidas de la terminal 2, encima de las pistas. Natalia, al ver los aviones tan grandes, se ha quedado pasmada, la gustaban tanto, que todos los de la cafetería, sonreían ante tanta ilusión.
- Yo he visto hoy los aviones mucho más bonitos que nunca, me he fijado en los colores de las letras de las distintas compañías, en los colores de los dibujos, en el tamaño de las ruedas.
-A la hora nos bajamos a Llegadas, y junto a la puerta 6,( que era la nuestra) hay una gran pecera.
- Natalia ha pegado la cara al cristal, y los peces se acercaban muchísimo. Yo creo que contactaban de alguna manera, porque la seguían en sus movimientos de un extremo a otro de la pecera. Cuando llegó su tío, se despidió de los peces dando besitos al cristal.
-Daniel la sentó en el carro, encima de la maleta, y luego se bajó, para correr por las rampas que se mueven diciendo adiós a todo el mundo.
-Nunca me había fijado en lo bonito que es el aeropuerto de Barajas, nos acostumbramos a mirar las cosas sin verlas, las rampas que se mueven solas, nos parecen lo más normal del mundo, pero si nos paramos a pensar, son comodísimas, y te ahorran una caminata tremenda.
-Creo que todo el mundo debería convivir de vez en cuando con un niño. Su entusiasmo es contagioso, y te hace reflexionar mucho sobre la belleza de las cosas, y das un poco más de valor a la vida.
-A eso de las 5 y media, mi marido y mi hija fueron a buscar a Alvaro, el pequeño (cumple 1 año dentro de unos días), y ya con el en casa, las risas están aseguradas. Ha entrado en el cuarto de su tío a gatas (parece Cocoliso, el de Popeye), porque va a gran velocidad, y se ha puesto de pié dando golpes a la maleta a modo de tambor bailando y canturreando.
Luego baños, cenas, así que cuando les veo a los dos dormidos, pienso que estoy encantada de tenerlos, que me alegran tanto la vida, que se me queda puesta la sonrisa…
