Esta es la historia de once gatos; once gatos
con suerte, porque la vida reparte cartas a las personas y también a los gatos;
y estos once han tenido mucha suerte….
-Mi hermano mayor Jesús Juan y su mujer Lola, tenían en su casa del pueblo, dos
preciosas gatas: Casimira, negra como el azabache, como las gatas de las brujas
, que por la noche, se desdibuja en la oscuridad, y solo se ven sus preciosos y rasgados ojos
verdes, y su hijita Boni, una linda gatita atigrada como una auténtica felina…..
-Vivían como princesas en su casa, disfrutando
del jardín, jugando por el garaje, hasta que un día apareció un gato grande,
tranquilo y cabezón con los colores del tigre.
-Lola le dijo a Jesús Juan: .-Este gato tiene cara de llamarse
Sam, le sacó un plato de comida, y acogieron a Sam….
-Sam era muy independiente, debía estar
acostumbrado a la libertad, así que a veces desaparecía, y ellos imaginaban que iba a ver a sus amigos.
-Un día, Sam volvió, pero no lo hizo solo, sino
que llegó con tres preciosos cachorros felinos como él, que le seguían en fila
india. Probablemente les dijo en su lenguaje gatuno que le siguieran que les
iba a llevar a una preciosa casa con un gran árbol en el jardín, donde vivía
una familia de humanos y gatas que les iban a cuidar y a querer mucho.
-Jesús y Lola, no les pusieron ningún nombre, y
sin nombre siguen….
-Después corrieron las voces entre los gatos, y
llegaron tres gatos callejeros de color rojo ladrillo, y uno enorme blanco, que
poco a poco se empezaron a incorporar al grupo a las horas de las comidas, ya
que ellos les ponen su comida en el garaje que tienen adosado al jardín a un nivel
inferior, pero cuando sobra comida, la dejan en una esquinita del jardín, junto
a un cuenco de leche.
- A estos gatos nuevos, tampoco les han puesto nombre.
- Creían que ya tenían suficientes gatos, pero
el hombre propone y Dios dispone, así que un día, volvió Sam con dos
cachorrillos preciosos blancos que parecían peluches; eran gatos perfectos dignos
de presentarlos en una exposición.
- Pensaron que eran gatos abisinios, porque
alguien les contó que en Abisinia los gatos son así, y, les llamaron Abi, el mismo nombre a los dos.
-Ya tenían nueve gatos, estaban muy organizados
y no había peleas entre ellos, pero como la vida es sorprendente y misteriosa, aparecieron en momentos diferentes dos gatos domésticos
cuidadísimos; no venían de la calle, Lola y Jesús Juán pensaron que sus amos
probablemente quisieron desprenderse de ellos de manera civilizada, y con
alevosía y nocturnidad, los soltaron en su jardín.
-No les han visto tristes en ningún momento, así
que han pensado que les gustaba la idea de vivir en esa comuna gatuna tan bien
organizada.
-Los 11 gatos se llevan divinamente. No se
pelean; a veces duermen apelotonados unos encima de otros para darse calor, y los últimos respetan a los primeros, como si supieran que hay
categorías o grados.
-Cuando por la mañana se levantan Jesús y Lola,
les hace mucha gracia ver a los once esperando sentaditos junto a la puerta
acristalada que da al jardín.
- Lola les saca la comida y dice la palabra mágica: ¡Vamos!, entonces
todos salen escopetados, y se abalanzan hacia el garaje.
-Es muy divertido verles colocados como los
radios de una bicicleta alrededor del plato, y a veces aunque quede un hueco,
hay gatos que por ser de los últimos, no se atreven a colocarse en la primera
fila, y esperan a que coman los de mayor derecho.
- A Lola y a Jesús les da tanta pena, que hacen
una excepción, y les pone un platito delante para que coman.
-Probablemente este respeto de los nuevos hacia
los veteranos, ha hecho posible que esta extraña “manada gatuna” funcione tan bien.
- Mis nietos Natalia y Alvarito, están hoy en casa, y me han visto escribir el blog; les he explicado
la historia de los 11 gatos; pero están muy preocupados porque dicen que a los gatitos que no tienen nombre nadie les
podrá llamar nunca ; así que quieren que les diga a sus tíos que les pongan un nombre a cada uno, cuanto antes… que si
quieren ellos les ayudarán a buscarlos…..