Esta tarde, mientras esperaba al ascensor para
subir a la consulta de mi médico, llegó un matrimonio mayor agarraditos de la mano muy sonrientes, y me
saludaron, presentándose con sus nombres, a lo que yo, un poco sorprendida,
les correspondí.
-Subimos juntos, y coincidimos en la sala de
espera del mismo doctor, así que se vinieron a sentar a mi lado tan contentos
como si se hubieran encontrado a una amiga de toda la vida.
-Noté inmediatamente que esta pareja tenía una
enorme necesidad de comunicación, no sé si porque viven aislados, o porque se
relacionan poco.
-Los seres humanos necesitamos comunicarnos para
poder vivir. La relación con otras
personas es básica , y tenemos tanta
necesidad de recibir información de los
otros, como de dársela.
-Somos felices compartiendo e interaccionando con los otros, y siempre aprendemos algo de los demás.
- Las personas solitarias, sin familia ni
amigos, se suelen sentir muy desgraciadas, porque nunca comparten sus cosas; y es que cuando
compartimos, nos parece que lo bueno aumenta y lo malo disminuye.
- Hicieron un experimento con un grupo de
personas separando los que se consideraban personas solitarias de las que no, y
les realizaron un scáner cerebral
mientras miraban fotografías de personas alegres, y notaron que la zona del
cerebro denominada “cuerpo estriado” (encargado
de las recompensas de comida, dinero…), se iluminaba mucho menos en las
personas solitarias.
- Así que se dieron cuenta que en las personas que están solas, que padecen
aislamiento social; su cerebro no
disfruta con las recompensas sociales, pero no todas estaban tan solas como
decían, lo que pasaba es que su actitud influía
en los resultados.
-Nosotros decidimos si queremos ser felices o
desgraciados, y si preferimos relacionarnos o aislarnos, y esta actitud en la
que creemos marcará nuestra vida.
-Buenas noches