Había una vez un rey de un lejano país que recibió como regalo dos pequeños halcones.
-Estaba tan ilusionado con sus halcones que buscó al mejor maestro de cetrería para que los cuidara y los entrenara.
-Pasados unos meses, fué a visitar a sus halcones, pues pensó que ya había pasado suficiente tiempo para que hubieran aprendido a volar libres.
-El maestro, muy apesadumbrado le dijo, que uno de los halcones estaba perfectamente, pero que el otro, no se había movido de la rama, desde el día que lo trajeron, y que el sinceramente ya no sabía que hacer aunque había consultado a sanadores, y especialistas en pájaros.
El rey decidió ofrecer una espléndida suma de dinero, al que consiguiera enseñar a volar al halcón.
-Al día siguiente, le avisaron, y cuando se asomó a la ventana vio que el halcón volaba. Mandó que rápidamente llevaran a su presencia a la persona que había conseguido que volara.
-Llevaron ante el rey, a un campesino menudo y tímido. El rey le preguntó sorprendido:
- ¿Tú has hecho volar a mi halcón? ¡Dime, cómo lo lograste.!
-El campesino tímidamente contestó: -Fue muy fácil, mi rey, simplemente, corté la rama, el halcón entonces se dio cuenta de que tenía alas, y empezó a volar....
-Este cuento, siempre me hace reflexionar sobre nuestra vida.
-Vivimos dentro de nuestra zona, nos sentimos cómodos y seguros, y no nos atrevemos a probar nuevas experiencias, no nos sentimos capaces de intentar algo nuevo, tenemos miedo a asumir riesgos.
-Pienso que a veces es necesario atreverse y soltarse de nuestra propia rama y probar a volar más alto. …
-San Pablo dice en la Epístola 2,9 a los Corintios:
-“Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo aman.”
-Dios nos ha dado alas con las que podemos volar. ¡Vamos a usarlas!
