Una chica, se encontraba en un aeropuerto internacional a punto de embarcar, cuando le notificaron que su vuelo se retrasaría como mínimo una hora. Se fué a la tienda de prensa y compró una novela y un paquete de galletas.
-Se sentó cómodamente en una silla, puso su equipaje de mano a un lado, y al otro lado tenía su paquete de galletas y un señor leyendo un periódico.
-Cuando ella cogió la primera galleta, el hombre también cogió otra. Aunque ella se quedó pasmada de la caradura “del tío”, no dijo nada.
-Cada vez que ella cogía una galleta, el hombre hacía lo mismo.
-La chica cada vez estaba más enfadada de semejante atrevimiento, pero no dijo nada, porque pensó que no era el lugar adecuado, el aeropuerto, para montar un espectáculo.
-Cuando solamente quedaba en el paquete la última galleta, el hombre la partió por la mitad y la ofreció uno de los trozos.
-Ella lo cogió, y con mucho genio agarró sus cosas y se dirigió a su puerta de embarque.
-Cuando ya estaba sentada en el avión y abrió su bolso, vio con gran sorpresa que su paquete de galletas estaba intacto dentro de su bolso.
-¡Se sintió tan avergonzada! No se imaginaba cómo había pasado eso.
-El hombre al que ella a cambio de sus sonrisas había dedicado miradas furibundas, había compartido con ella hasta la última galleta, sin pedirla explicaciones de ningún tipo.
-Este cuento que me ha contado una amiga, me ha hecho reflexionar, sobre lo deshumanizada que está la vida en nuestras grandes ciudades. La gente es en todo momento, un enemigo potencial.
- Yo sigo hablando con la gente. Creo que es cuestión de carácter, y a mí me encanta hablar, lo mismo que a mi madre. En cuanto llego a una consulta, mis hijos me riñen, porque a los 5 minutos, ya me he puesto a hablar con alguien. Al ratito, hablan todos, y se pasa el tiempo volando.
- En los aeropuertos, a veces coincides con personas interesantes con las que puedes charlar un ratito e intercambiar opiniones, y siempre aprendes algo.
-No creo que el hombre sea lobo para el hombre. Son cosas que se dicen, pero nunca es bueno generalizar, y sobre todo que no puedes cada vez que sales de casa viajar con sensación de miedo, pensando que todo el mundo es tu enemigo....
-Opino que la mayoría de la gente es buena, solo depende del color del cristal con que se mira. Creo sinceramente que hay muchísima más gente buena que mala, lo que pasa es que los malos hacen más ruido.
-Siempre hay personas que necesitan nuestra sonrisa y nuestro apoyo, y se lo debemos dar
