Mañana nos vamos a París, y como me pasa siempre que salgo de viaje, se me empiezan a complicar las cosas de tal manera que son las 11 de la noche y aún no hemos hecho la maleta.
-Cuando te vas de viaje, te cuesta mucho trabajo, adaptar tu cabeza a la nueva situación que vas a vivir. Yo había escogido mentalmente la ropa que me iba a llevar, pero todo se me ha desmontado, cuando me ha dicho mi hijo esta mañana que en París hace frío, y que dentro de 2 días bajarán muchísimo las temperaturas. Hemos tenido que empezar a sacar ropa de invierno, porque como este verano ha sido tan caluroso, no tengo casi nada a mano.
- Después de decidir lo que nos llevamos (probablemente demasiado como siempre), resulta que se me han olvidado los zapatos.
- Pensar en zapatos cerrados y de lluvia, cuando tienes el armario lleno de sandalias y cuñas de esparto, es muy complicado, porque misteriosamente los zapatos perfectos del año pasado, este año te matan, así que solo he encontrado un par de zapatos apropiados para las caminatas de París, y que a la vez me valgan para la lluvia, porque en París cuando llueve “jarrea”, así que acabo de decidir que me voy a llevar también mis zuecos blancos, y si me hace falta me compraré otros zapatos en París. No voy a echarme la culpa de no ser más previsora. Voy a ser mi abogado defensor y no mi fiscal.
-Hace unos días, estuve con una gastroenteritis molestísima, luego me quedé muy floja, y el fin de semana no he parado. Me río, acordándome del cuento del leñador.
-Un día, un leñador de alta montaña, bajó al pueblo y pidió en la ferretería una sierra moderna, porque le habían contado que le ahorraría mucho esfuerzo.
-Al cabo de unos días, volvió agotado y furioso, reclamando al dependiente:
- ”¡Usted me ha engañado! Esta sierra es más pesada e incómoda que la mía vieja. Es dificilísima de manejar. ¡Corto con ella muchos menos árboles!
-El dependiente muy extrañado, cogió la sierra que le devolvió el leñador y tiró con energía del anillo de contacto del motor, y este funcionó correctamente.
-El leñador asombrado, miró la sierra eléctrica en marcha, y preguntó al vendedor.
-¿Pero que es ese ruidito?
-A mí me pasa a menudo que utilizo mi mente sin encender el motor, debido probablemente que quiero hacer demasiadas cosas a la vez, y no consigo hacer ninguna bien, pensaré en el leñador, y tiraré de la anilla.
