Hoy es el día de Los santos Inocentes”. En mi familia
tenemos una gran tradición de gastarnos bromas en este día, así que desde por
la mañana, estamos alerta, y en cuanto suena el teléfono, pensamos que nos
están tomando el pelo.
-Cuando éramos pequeños, los cinco hermanos, nos gastábamos
el dinero en bromas que vendían, y supongo que seguirán vendiendo en el
mercadillo de La Plaza Mayor de Madrid, que tiene además de figuritas del
Belén, y adornos de Navidad, muchos puestos de artículos de broma.
-Los niños son los que más se divierten con estas cosas,
porque compran cigarrillos que explotan,( que creo recordar que vendían una
especie de palito fino que venía en paquetes de 10 o 20, que se meten dentro de
los cigarrillos). Nosotros, se los metíamos a mi tía Loti, pero creo que
siempre lo supo, ya que de pronto debía resultarla muy chocante, ver a todos
sus sobrinos pendientes de si fumaba, por eso, al estallar, siempre hacía
muchísimos aspavientos, y nos quedábamos tan contentos al ver que la habíamos
asustado.
-Hacíamos con papel de periódico muñecos que pegábamos a la gente, y nos moríamos de la risa
-También comprábamos bolsas de “pedos”, que eran pequeñas
bolsas de goma, que se ponían debajo del almohadón del sillón, o de la silla, y
al sentarse, sonaba un pedo ruidoso, que dejaba en evidencia al que se había
sentado. Lo más divertido de esto, era hacerlo a las visitas, y en mi casa se
recibían muchas visitas, como las hermanas Juanita y Deme, que eran dos señoras
encantadoras que nunca se enfadaban.
-A mi padre, yo, a veces le cambiaba el azúcar del azucarero por sal,
con lo que el café estaba malísimo, y se enfadaba mucho al verme reír.
-Mis hermanos Jesús Juan, y José Manuel, cuando llegaban los
Inocentes, mandaban a mi abuelita siempre una carta con una inocentada.
- Esas cartas, las planeaban mucho tiempo antes, ya que
había que falsificar las siglas y los anagramas, con todo detalle, y al final, quedaban unas
cartas perfectas, magníficamente presentadas, con el anagrama de la campaña dibujado a plumilla
por mi hermano, porque en nuestra
infancia y juventud, no existían las fotocopiadoras
-Recuerdo un año, en el que la escribieron una carta firmada
por el padre Prepósito de los Jesuitas, (que era la iglesia que teníamos al
lado de casa), diciéndole que dentro de la campaña de Navidad “Siente usted un
pobre a su mesa”, la habían asignado como invitado para que viniera a casa a
cenar en Navidad, a un pobre finísimo. Mi abuela, se quedaba muy preocupada
pensando en que este pobre señor, se iba a sentir desplazado en mi casa entre
una familia tan numerosa, y que era un lío……
-Nosotros la decíamos, que le vistiera con trajes de mi
abuelito que se murió antes de la guerra, pero que ella guardaba, así hasta que
después de un tiempo, mamá nos obligaba a decirle que era una broma, y ella se
enfadaba y decía:
-¡Estos chicos son unos tontarros!......
-Hace años, mi hermana Mª José, que es superordenada, y muy
perfecta, había encargado un mueble a medida para su salita, y estaba esperando
que se lo llevaran y se lo instalaran, y a mí se me ocurrió, aprovechando que
tenía en mi casa a un albañil, que me estaba poniendo el suelo de la cocina,
decirle que la llamara, diciéndole, que tenía su mueble en el patio de su
taller, que se lo había dejado el ebanista, y que como estaba lloviendo tanto,
se la estaba empapando, y la madera engorda……
-Nosotras que estábamos escuchando la conversación, por el
otro teléfono, nos partíamos de risa, al oír a mi hermana tan perfecta que
había encargado su mueble a un carpintero después de pedir varios presupuestos,
porque le pareció muy meticuloso, como la decía que la madera estaba
engordando. Tuvimos que decirle enseguida que era broma, porque tenía tal
disgusto, que a mi hija Gema le dio miedo que la diera un infarto…..Todavía nos
reímos con ella recordándolo….
-Lo mejor para que las bromas resulten, es que se basen en
algo real, para que se lo crean, y decirles pronto la verdad, para reírse juntos
y no hacer sufrir innecesariamente.
-Todavía tenéis
tiempo de gastar alguna broma hasta las 12 de la noche, ¡aprovecharlo!