Si dos buenísimos amigos se han peleado, y no ha pasado nada
grave, pero ninguno de ellos quiere dar su brazo a torcer, entonces es que nos
encontramos ante un problema de sus respectivos “egos”.
-Nuestro ego, es el dueño de nuestros pensamientos y de
muchísimas de nuestras decisiones.
-El “ego” es la persona que crees ser, no la que en realidad
eres
-Todos creemos que eso son tonterías, pero la realidad es
que este “ego” que nosotros hemos creado,( cada uno el suyo), no es ni más ni
menos que la suma de todos nuestros peores defectos psicológicos que se nutren
de nuestros pensamientos, sobre todo de aquellos pensamientos irrazonables que
se nos presentan en momentos de rabia y de ira.
-Ya en el antiguo Egipto, consideraban al ego como “los
demonios rojos de Seth, y en la mitología griega, el ego se representa por la
malvada “Medusa!, que es la que causa todo tipo de sufrimientos en el hombre,
porque era capaz de convertir en piedra a quien osara mirarla, y que sería degollada
por la espada de Perseo.
-Nosotros solitos , nos hemos vuelto un poco soberbios, y
tenemos que tener razón, aunque no la tengamos, y cuando discutimos, a veces
interpretamos una simple diferencia de opiniones como una bofetada hacia
nuestro “ego”, es decir que alguien se ha atrevido a cuestionarnos y a
ofendernos con lo importantes que somos y con todo lo que valemos……
-El ”ego”, quiere siempre tener razón, aunque sea a costa de
perder una gran amistad, e incluso un gran amor.
-Nuestro” egos” inflado, los hemos creado nosotros mismos, y
solamente nosotros lo podemos deshacer, de una manera tan simple y tan sencilla
como es “dejando de creer en él”.
-Nosotros sabemos de sobra que no podemos cambiar el Mundo,
pero en cambio, si podemos cambiar nuestra forma de verlo.
-Cuando somos rencorosos, vengativos, arrogantes, estamos
dejándonos manipular por nuestro “ego”, porque quien juzga, ofende, duda, teme
sufre, y se cree especial, es nuestro “ego”.
-Siempre que estamos en total desacuerdo con todos, está
actuando nuestro “ego”.
-Si nosotros somos personas amables, cariñosas, tolerantes,
bondadosas, y buenas, ¿por qué consentimos llegar a esos extremos de soberbia y
de intolerancia?
-Ahora que lo sabemos, debemos tomar cartas en el asunto, y
dedicarnos a desmontar estos “egos” inflados que nos amargan la vida imaginando
ofensas y enemigos en todas partes.
-Simplemente debemos antes de actuar, pararnos un momento a preguntarnos:
¿Es esto, lo mejor que puedo hacer?, o ¿es esto conveniente para resolver esta
o aquella situación?
-Intentaremos limar asperezas, y trataremos a los demás como
nos gustaría que nos tratasen a nosotros.
-Dejaremos de criticar a los demás, aunque solamente sea
porque: “el que reprende debe ser irreprensible”.
-Escucharemos las opiniones de los otros, dándoles
oportunidad sin interrumpirles de argumentar y defender su postura.
-Recordaremos que las personas pueden tener opiniones
diferentes a las nuestras, sin que por eso tengan que ser malos.
-Y por último, nadie nos ofenderá, si nosotros no queremos sentirnos ofendidos.
-Intentaremos minimizar los daños y recuperar nuestra
amistad, que sentimos tanto haber perdido porque a “toro pasado”, las cosas no
nos parecen nada graves.
-Nuestro amigo, sabe como somos, y no le costará ningún
trabajo, olvidar lo sucedido y y ser amigos de nuevo.
-A lo mejor nos
cuesta un poco dejar de lado el orgullo y el resentimiento, pero enseguida
veremos que el recobrar nuestra amistad es un verdadero tesoro