La vida, creemos que es una gran maestra, que nos enseña,
que nos premia, que nos hace ver lo que hicimos mal, pero la vida, no nos
endurece, aunque presumamos de ello muchas veces.
-Somos frágiles, tenemos un puntito, donde una mala palabra
de alguien a quien queremos mucho, nos duele tanto como si nos hubieran clavado una flecha.
-Las personas a las que más quieres y en las que más
confías, son las que te pueden hacer daño más fácilmente, porque ante ellas te
muestras con toda tu fragilidad.
-los disgustos te estropean el presente que sabemos que es
brevísimo, el pasado, porque sin querer sacas a flote malos recuerdos, y el
futuro que es algo dudoso, que aún no existe, ya lo estás sin querer
negativizando.
-La vida se mide según a quien dañas, y según a quien amas,
es decir según la felicidad o la tristeza que proporciones a otros.
-Hay muchas personas a tu alrededor, a las que les importa
mucho lo que haces y lo que dices.
-Por eso hay que tener mucho cuidado con las palabras que se
pronuncian, porque una palabra suelta, ya nunca tiene vuelta, y a veces algo
dicho atropelladamente y sin pensar, hace mucho más daño de lo que tú te crees.
-De ti depende lo que
quieras afectar la vida de los demás, porque no debemos olvidar que la vida
será tan justa con nosotros, como nosotros lo seamos con los demás.
-Debemos intentar relacionarnos lo mejor posible con todos
los que nos crucemos, e intentaremos ver en cada uno lo mejor que tienen,
porque a veces, hay personas que pasan
por nuestra vida, sin que nos fijemos en ellos, porque no nos importan nada, y
sin querer, ellos lo notan, y se sienten despreciados, una simple sonrisa, a
veces es suficiente.
-Cuando sufrimos, porque estamos disgustados, nos cuesta ser
positivos y concentrarnos en otra cosa, porque nos resulta mucho más fácil
recrearnos en lo malo que nos está pasando, y en lo injusto de esa situación.
-Por eso, debemos escoger buenos pensamientos y buenos
recuerdos, y pasar página a lo malo.
-Nunca podremos avanzar si no pasamos página, superando los
errores del pasado, y borrando todo lo que lastima tu corazón.
-Ten pensamientos positivos, de los que te alegran el alma
cuando lo necesitas.
-Hay que hacerse un “propósito de la enmienda, y no decir a
nuestros seres queridos palabras cargadas de ira y mala intención, que sabemos
que van a hacerles mucho daño.
-Guardaremos esa palabra no pronunciada, y si estamos
enfadados, fingiremos que nos llaman y que no podemos seguir hablando, para
reanudar la conversación cuando no estemos llenos de rencor y de rabia, porque
sabemos que esto hace mucho daño.
-Mi madre decía que había que tratar a los familiares con la
misma educación y amabilidad que reservamos para las personas que acabamos de
conocer, porque a veces “Donde hay confianza da asco”