Hay que tener muchísima
paciencia para tratar a un montón de personas inaguantables que todos
tenemos a nuestro alrededor.
-Una amiga me contaba
esta mañana al salir del gimnasio, que se les ha instalado en casa una hermana
de su marido que todo lo encuentra mal, y a todo le saca punta.
-M e parece que
necesitará mucha paciencia y sobre todo mucho sentido del humor para
aguantar a su cuñada, los dos meses que va a vivir en su casa, mientras
le hacen una obra en la suya.
-Su marido la adora,
porque es su hermana mayor, que fue la que se ocupó de él cuando murieron sus
padres trágicamente en un accidente de carretera.
-Ella, quiere que esté
contenta en su casa, pero yo la he dicho que según me cuenta, esa señora es de
las que nunca están a gusto, y que yo creo que en vez de cocinarla y aguantar
luego sus críticas, lo que debe hacer es decirla que se encargue ella de la
cocina para la que está tan bien dotada, y así se evita malos rollos……
- La paciencia es muy
necesaria para sobrellevar las pruebas que nos pone delante la vida cada día, y
gracias a ella, conseguimos convivir con esas personas……
-Cuando tenemos la
paciencia necesaria, podemos disfrutar sin perder la serenidad ni la calma, porque:
“es más inteligente el que tolera que el que grita”.
-Cuando nos cruzamos
con personas antipáticas e impertinentes, lo mejor es no darles cancha, porque
lo único que quieren es crear polémica; les encanta saber que te han
disgustado, por eso si pasamos página, y no hacemos caso, se acaban aburriendo
y buscarán otra diana para sus impertinencias.
-Os voy a contar una
historia que viene a cuento sobre tener paciencia.
“EL Chico que tenía muy mal carácter”
-Un día, un padre
estaba tan harto de aguantar el mal carácter de su hijo, y luego escuchar sus
disculpas que le dijo:
-Toma esta bolsa de
clavos, y cada vez que pierdas la paciencia, clavarás un clavo detrás de la
puerta.
-El chico empezó
a clavar y a clavar, al principio clavaba muchos cada día, pero a medida que
pasaban las semanas, cada día clavaba menos, porque estaba aprendiendo a
controlarse.
-Pasados unos días, el
chico le dijo a su padre que llevaba diez días sin clavar ni un solo clavo, así
que el padre le dijo, que debía desclavar cada día un clavo.
-Por fin, llegó el día
en el que su hijo le anunció que había conseguido sacar todos los clavos.
-Su padre le acompañó
hasta la puerta, y señalando los agujeros de los clavos, le dijo:
-¡Mira atentamente
esta puerta, que refleja lo duro que has trabajado, pero esos hoyos, te
recordarán que cada vez que has perdido la paciencia, dejas cicatrices y dolor
en las personas, a pesar de que te disculpes.
-Recordaremos que:
“Palabra suelta no tiene vuelta”, y procuraremos no herir a nadie con una mala
palabra.