- Muchísimas personas
creen que sus cónyuges, sus amigos o sus familiares, tienen el don de adivinar
el pensamiento, y esto trae a veces enfados absurdos.
-Tendemos muchas veces a ser un poco desconsiderados con las
personas que queremos, y con las que tenemos mucha confianza, cuando debería
ser al revés.
-A veces, somos muy atentos con nuestros amigos, con las enfermeras de nuestros médicos, con los profesores de nuestros hijos y en cambio a nuestros maridos o mujeres, jamás les regalamos bombones, flores, o un libro, quizás porque pensamos que es una tontería.
-Mi madre siempre decía que había que guardar lo mejor para
casa, y la molestaban mucho los que fuera de casa eran encantadores, y en casa
eran antipáticos, y, solía decir: eso es ser “Candil de calle”.
-Una gran cantidad de personas opina que cuando hay
confianza no hace falta, y creo que cuanta más confianza hay, más falta hace.
-A veces, nuestro marido, o nuestra amiga, o nuestra
hermana, va al cine, o a una exposición, o de visita, o que se yo; y cuando nos
lo cuenta, nos llena de ira, porque estábamos deseando ir nosotros, y nos
parece que es una desconsideración.
-Pero si es normal que vaya al cine, o a la exposición , o a
la visita solo o sola, porque
normalmente, no nos suele apetecer acompañarles, pues, si un día nos
apetece, tendremos que decírselo no podremos
enfadarnos, sino que simplemente les diremos, . ¡Qué pena, porque si me lo hubieras
dicho, me hubiera encantado ir contigo!.
-Este tipo de cosas suceden porque no nos comunicamos todo
lo que deberíamos. Tenemos ser más correctos con los familiares, y tratarles
como trataríamos a un invitado que
tuviésemos en nuestra casa; seguramente, les diríamos antes de salir adonde
pensamos ir, y les preguntaríamos si les
apetecería acompañarnos.
-La falta de atenciones y de detalles, a la larga terminan
minando las relaciones, sobre todo las de pareja, porque con los años y el
exceso de confianza, se cuidan menos las formas.
-También ocurre, que empleamos coletillas como: “como tú, piensas que yo soy……lo
que sea.
-Esto es muy corriente y mucho más grave, porque la persona
que dice eso, cree que puede leer nuestra mente, y además, casi siempre se
confunde.
-Debemos intentar por todos los medios, no perder la
compostura, porque “palabra suelta, no tiene vuelta”, y a veces una palabra mal
dicha en un momento de enfado, a veces tarda años en olvidarse.
-Hay muchas personas que en su casa se olvidan del por favor
y del gracias, y en la calle los utilizan con todo el mundo.
-Recuerdo hace años, cuando éramos muy jóvenes, que se
presentó en mi casa una amiga que estaba muy enfadada con su marido, por nada
concreto, sino porque habían pasado mil cosas pequeñas, que denotaban mucha
desconsideración hacia ella, que la habían hartado.
-Mi marido, se bajó al parque con los niños, para que
pudiéramos charlar a gusto, y cuando ya se iba para casa, yo le sugerí, que
tratase a su marido, como si fuera el mío que había llegado a su casa de
visita, (esto era una broma que siempre nos decía mi madre a nosotras). Nos
morimos de la risa, y quedo en probarlo.
-La verdad es que me olvidé del tema, pero una semana
después, me llamó para contarme que todo iba de maravilla, que su marido se
había quedado de nieve, cuando ella, tratándole como si fuera unA visita, le
preguntó si quería tomar algo, le sirvió una cerveza con una tapa y se sentó a
charlar…….
-Para este chico, el ver que su mujer le trataba con tanta
consideración, y que paraban los reproches y las malas palabras, le hizo
reflexionar, y desde entonces todo les ha ido mucho mejor, ya que aún siguen
juntos.
-Debemos ser cuidadosos y no dar nunca malas contestaciones,
sino explicar que estamos cansados y que necesitamos un poco de silencio, en
lugar de decir de mala manera:”Déjame en paz” o “Cállate de una vez” .
-Sobre todo, y lo más importante, es que recordemos que
cuando queramos algo, tenemos que pedirlo, porque nunca nos van a adivinar el
pensamiento,