Todos deberíamos aprender la manera de dialogar
con la felicidad, ya que estamos muy acostumbrados a dialogar con las
desgracias y con los contratiempos.
- Es muy frecuente oir como una persona reacciona
ante cualquier cosa que le sale mal diciendo:
-¡Soy tonto!, todo lo hago mal!, ¡no aprendo!,
no valgo para nada!, ¡estoy gordísima!, ¡ soy horrorosa!......y mil cosas
parecidas, y a veces las palabras hacen mucho daño.
-Hay que acordarse de que “El que no aprende el
idioma de la gratitud, jamás podrá dialogar con la felicidad”, y si no sabes
valorar y agradecer todos tus dones, no sirve de nada el que te ofrezcan joyas,
porque solamente verás vídrios….
-Nunca podremos ser felices, si perdemos nuestro
maravilloso tiempo en recitar esa lista de cosas malas y malísimas que nos han
pasado, porque más de la mitad de ellas, a lo mejor ni siquiera sucedieron.
-La memoria, es mentirosa, ya que sin darnos
cuenta, con los años vamos cambiando el giro de muchos de los acontecimientos
que nos han pasado, exagerándolos, o minimizándolos.
-Las personas felices, suelen tener buenos recuerdos, porque así lo desean, y gracias a su optimismo e interés, han ido
aligerando, mejorando, e incluso borrando
aquellas experiencias, aquellos sucesos, dolorosos, tristes,
desagradables, y han logrado sustituirlos por pequeños recuerdos alegres y
optimistas.
En nuestro cuaderno de palabras solo escribiremos mensajes positivos y optimistas que nos alegren.
-Para dialogar con la felicidad, tenemos que ser
agradecidos, y darnos cuenta de la cantidad de cosas buenas que tenemos, y así
poco a poco iremos atesorando un patrimonio de buenos recuerdos y experiencias
que nos alegrarán la vida cada vez que lo recordemos.
-Estando de vacaciones un verano, nos
encontramos en un hotel de Tenerife, a una compañera mía de colegio, de cuando
teníamos 9 años.
- Era una niña muy guapa, rubia muy empollona y
acusica, a la que todas las monjas tenían enchufe, (o por lo menos así lo creíamos
las compañeras.).
- Se había convertido en una chica guapísima,( como su madre, que era una alemana, muy diferente a nuestras mamás, porque se parecía a una actriz), pero de carácter no parecía haber mejorado nada.
-Charlábamos cuando nos encontrábamos, de cosas
superficiales, del tiempo, de la comida, hasta que un día, cogieron las
tumbonas al lado de las nuestras en la playa, y como hacía mal día, estuvimos
juntas más de 2 horas hablando.
-Me quedé
pasmada al escucharla recordar con tanto odio nuestro colegio, hablar tan mal de las monjas, y, de
las otras niñas. Como yo, no podía dar crédito a lo que oía, la dije:
-Mira: yo creo que te ha pasado algo que te ha
hecho olvidar la realidad. Yo fui compañera tuya de pupitre un curso entero, y
recuerdo que eras la primera de la clase.
-Parece que hemos ido a distintos colegios,
porque yo tengo un buen recuerdo del colegio, y de las monjas, que eran buenas y cariñosas,y te aseguro que
aunque eran un poco exageradas con la disciplina, jamás nos trataron mal a ninguna, y a tí, no
solo nunca te regañaban, sino que siempre te mimaban muchísimo.
-Yo, que fuí
una niña normal, un poco traviesa y bastante charlatana, a veces tuve que
escribir 100 veces: “En clase no se
habla”, pero eso es lo más duro que recuerdo :
¿Cómo es posible que tú, que eras la favorita, la de los cuadros de
honor, y la que siempre ponían de ejemplo, digas que las monjas te odiaban?.
-Se puso muy colorada, no me contestó, y al rato, cogió su toalla y se marchó con su marido,
pretextando una urgencia, y nunca más volvimos a hablar del tema.
- Creo que esa niña, era y sigue siendo muy
negativa, nunca estaba contenta con nada, y siempre criticaba y sacaba defectos a todo , y por lo visto, la
vida no solo no la mejoró, sino que la empeoró…..
- Vamos a intentar mejorar las palabras que usamos
para referirnos a nosotros mismos, y a celebrar cualquier cosa buena que nos suceda.
Tenemos que conseguir como dice mi hermana Mima ,
ser nuestro abogado defensor, y nunca
nuestro fiscal.