Creo que es muy importante que pensemos en lo
que vamos a decir antes de decirlo, porque : “palabra suelta , no tiene vuelta”.
-Las palabras tienen muchísimo poder, y a veces
cuando discutimos, o estamos enfadados, decimos cosas sin pensar que pueden
herir gravemente a la persona que se lo hemos dicho.
-La mayoría de las veces esas palabras dichas en
momentos de ira, de enfado, de malhumor, no son exactamente lo que pensamos,
sino que están exageradas por nuestro momento personal, y suelen ser injustas,
y si se las hemos dedicado a alguien que está pasando por un mal momento, pues
terminaremos de hundirle, por culpa de una
rabieta sin sentido; por eso debemos
pensar siempre lo que vamos a decir, antes de decirlo.
-Mi amiga Josefina me mandó un cuento con
moraleja que trata de esto, así que os lo voy a contar.
-A un niño
que tenía muy mal genio, su padre le
regaló una caja de clavos y un martillo, diciéndole que cada vez que se
enfadara tanto como para perder el control, tenía que clavar un clavo en la
parte trasera de la reja que era de madera.
-El primer día, el niño gruñón, clavó hasta 37
clavos, así que empezó a tener un poco más de cuidado, y a intentar controlar
su rabia.
-A pesar
de todo, durante las siguientes semanas, siguió clavando y clavando, aunque
cada vez clavaba menos.
-Por fin, llegó el día en el que no tuvo que
clavar ningún clavo, así que se lo contó muy orgulloso a su padre, y este le
sugirió que por cada día que se pudiera controlar, cogiera el alicate, y sacara
un clavo….
-Pasaron los días, y el niño comunicó a su padre
que ya no había ni un solo clavo en su reja.
-El padre le tomó de la mano, y le acompañó
hasta el lugar donde estaba la reja en la que estuvo tanto tiempo clavando sus
clavos.
-Una vez allí, le dijo: “Hijo mío, estoy
orgulloso de ti has hecho muy bien lo que te dije, y te has conseguido
controlar, pero mira estos hoyos de la madera de detrás de la reja”.
-“La reja, ya nunca volverá a ser la misma”.
-Cuando insultas u ofendes con rabia, tus
palabras dejan en la persona que se las has dicho, unas cicatrices como las que
tú has dejado en la reja.
-Aunque pidas perdón, la herida que hiciste con
tus palabras, dejará cicatriz.
-Así que terminaré este cuentito con una frase
de Quino, el genial escritor e ilustrador padre de mi querida Mafalda:
-“No es necesario decir todo lo que se piensa,
lo que si es necesario es pensar todo lo que se dice”