


Un día, un conferenciante, sacó delante de su auditorio, un precioso frasco de cristal grande de boca ancha, como el que utilizan para envasar los melocotones enteros en almíbar.
-Muy serio, se agachó, y sacó de debajo de la mesa un cesto con varias piedras de buen tamaño, y las fue metiendo con cuidado de una en una en el frasco hasta que llegaron al borde.
-Preguntó a su auditorio:
-¿Está lleno?
-Si.