Siempre he creído que era un cuento chino de los
que me contaba mi abuelita, pero me acabo de enterar
de que es una leyenda japonesa.
El Hilo Rojo
Hace muchísimos años , vivía en un país muy
lejano un poderoso emperador. Desde pequeño había oído contar que cuando dos
personas están destinadas a estar juntas toda la vida, están unidas por un
pequeño hilo rojo (invisible a los ojos humanos ) que ambas tienen atado a sus
dedos meñiques.
- Un día , se enteró de que en su país vivía una
bruja que tenía grandes poderes y la llamó a su presencia , para
preguntarle si ella sería capaz de
encontrar a la doncella que tenía su hilo rojo atado a su meñique.
-La bruja, le preparó un extraño brebaje, y
cuando el emperador se lo bebió, pudo ver claramente un hilo rojo atado a su
dedo que seguía un largo camino.
-Empezaron a caminar tras el hilo rojo, y
llegaron a una humilde aldea, donde había un mercado de frutas y verduras.
-Entonces, el emperador, vio a una pobre mujer
que amamantaba a su bebé mientras vendía cestas con verduras de su huerta.
-El emperador se quedó pasmado al comprobar que
el hilo rojo acababa entre las toquillas de la campesina, la bruja le dijo:
-Señor, hasta aquí llega su hilo rojo. Su
destino está en esta mujer que tiene enfrente, le dijo la bruja.
-El emperador lleno de ira, se dirigió a la
chica y la empujó con tanta fuerza, que su bebé se le cayó de bruces contra el
suelo, haciéndose una herida en la frente en forma de luna .
-El emperador ni siquiera las miró, a pesar del
llanto de la pequeña, se dirigió a la bruja y la gritó:
-¡Maldita bruja embustera! ¡Fuera de mi reino y
no vuelvas jamás por aquí.
-Pasaron casi 20 años , y el emperador seguía
soltero porque no había encontrado ninguna joven de su agrado, y tenía que casarse porque necesitaban un
heredero para el trono.
-Le recomendaron a una jovencita muy bella y
culta que será una gran reina.
-Llegó el día de la boda, el emperador nunca
había visto a la joven emperatriz, y se sentó impaciente en el templo
esperándola y cuando apareció la bella joven con un precioso vestido bordado
con hilos de oro, y con su bella cara cubierta con un velo.
-Al retirarla el velo el emperador, descubrió que
la joven tenía una pequeña cicatriz cerca de la sien con forma de luna, y se
emocionó tanto al comprobar que ni siquiera
su orgullo y malos modales habían podido romper
el hilo hilo rojo que les unía desde su nacimiento.
-Avergonzado, se postró ante ella, la pidió perdón
y dicen que fueron muy felices y
comieron perdices.
-Buenas noches.