Nuestro
cerebro está programado para confiar en los demás, por eso cuando nos traicionan, sentimos desconfianza y se forma un cortocircuito en su neurobiología que nos evita confiar de nuevo.
-En cuanto descubrimos el engaño, nuestras redes
neuronales y las regiones cerebrales que habíamos asociado con emociones
positivas y buenas sensaciones hacia esa persona , se
reemplazan con animosidad, sospecha y resentimiento.
-Este tipo de experiencias, nos hacen muchísimo
daño, porque consiguen que nuestros niveles de oxitocina disminuyan y
que nuestras hormonas del estrés se
disparen, a la vez que nuestro cuerpo ventral se desactiva.
-Somos seres sociables , por eso, nos encanta hacer cosas con amigos cercanos en
los que confiamos creando vínculos de ”confianza ciega” ; si viéramos
las imágenes de dos regiones específicas del cerebro cuando confiamos,
observaríamos un aumento de la actividad del “cuerpo estriado ventral y la
corteza prefrontal medial”, ya que el cuerpo estriado ventral es una via clave
para procesar la recompensa humana y las emociones positivas.
-Pero una vez que hemos vivido de cerca la traición
y el engaño, desaparece nuestra confianza, y nos cuesta muchísimo confiar en
alguien, y no queremos ni siquiera darle el beneficio de la duda.
-En la sociedad actual estamos llenos de
mentirosos y de estafadores, así que tener una dosis de “escepticismo
pragmático” , no es mala idea.
-El problema radica en que después de haber sido
traicionado, es muy difícil volver a confiar ciegamente en alguien, pero si
queremos establecer relaciones interpersonales sanas, sinceras y auténticas, necesitamos tener no solo
colaboración, sino confianza, que son las que fortalecen nuestro bienestar en
el nivel más profundo.
-Buenas noches.