El otro día estuve bastante rato en la Clínica
de la Moraleja, esperando primero para hacerme unas pruebas, y después para
recoger los resultados.
-Una chica joven, me contó que había ido a
recoger unas pruebas de su marido, porque este, tenía un cliente importante, y no podía
cambiar la cita.
-Al rato salió demudada, porque la doctora le
había dicho que su marido tenía mucha
ira que no sabía manejar; y, que esta ira le estaba dañando el corazón, así que
le recomendaba que pidiera cita urgentemente con un psicólogo para hacer una
terapia psicológica en la que aprenderá a centrar sus pensamientos en aspectos
positivos, con razonamientos lógicos y
justos, y así lograr controlar sus
emociones y canalizar esa ira.
- Como estaba tan afectada, me senté a su lado y la dejé hablar,
puesto que solamente necesitaba pensar en voz alta.
-Hablando sobre su marido, se dio cuenta de que
ya había sido así desde que eran novios, pero que entonces a ella le hacían
gracia, sus estallidos, y sus arranques, pero que ahora había estado a punto de
morirse por culpa de un enfado con un cliente que había acabado en una angina
de pecho.
-También la dijo que las personas tan iracundas,
tienen 5 veces más probabilidades de sufrir infartos, porque la ira rompe
totalmente el equilibrio del Sistema Cardiovascular, Hormonal y Nervioso.
-Charlamos un buen rato, y se marchó dispuesta a
buscarle una ayuda para que aprendiera a
canalizar su ira.
-Todos hemos tenido momentos de ira, y realmente
no nos damos cuenta del peligro que corremos cada vez que los tenemos.
-La ira aumenta el flujo sanguíneo en las manos,
haciendo que sea mucho más fácil empuñar un arma, o liarse a golpes con nuestro adversario.
-La ira también aumenta el ritmo cardiaco, y la adrenalina,
lo que hace posible cometer acciones que en condiciones normales nunca nos
atreveríamos a hacer.´
-La ira se puede desencadenar por muchos
motivos, el primero y el más fácil es por frustración;
- Cuando queremos hacer algo y no podemos, o no
nos dejan.
- Cuando alguien está intentando hacernos daño,
cuando un ser querido nos rechaza, y por un montón de causas más….
-Nuestro lenguaje corporal,y nuestra cara , son
incapaces de disimular la ira, así que una persona medianamente observadora,
notará inmediatamente cuando una persona está llena de ira:
-Las cejas, se le juntan hacia abajo.
-su mirada, da miedo, porque se vuelve feroz, y
los labios se estrechan tanto que se convierten en una finísima línea muy apretada.
Esta foto es del magnífico libro de Paul
Ekman “Miénteme” o como detectar
mentiras,y, muestra perfectamente una cara llena de ira.
-Lo más importante es enseñar a los niños a manejar
su ira, e intentar no ser nosotros con nuestra actitud los que desencadenemos
sus ataques de ira.
-Una de las cosas que da más ira a los niños, es
lo que hacen sus padres cuando ellos
gritan, que es, inmovilizarles sujetándoles los brazos para que se paren o para
que no hagan algo.
-Es como si apretáramos el gatillo que dispara
su ira. Lo mejor y lo más práctico, es tranquilizarles en voz bajita, hablar
con ellos y explicarles lo que les está pasando, por qué les pasa, y cómo deben manejarla. Lo más
importante es que se sientan seguros.
-Las rabietas de los niños pequeños, son puros
ataques de ira; suelen ser llamadas de atención, de un pequeño que siente que
está en peligro y que no le hacemos caso.
-Los primeros síntomas se suelen presentar a
partir de los 18 meses, y algunos padres, lo interpretan como que son niños
inteligentes con mucho carácter, desgraciadamente, no ponen remedio, y suelen ser niños que se
sienten desgraciados y desprotegidos,
porque creen que no les hacen caso ni atienden a
sus necesidades.
-Sufren ataques de rabia, o rabietas porque son
incapaces de manejar sus emociones; por eso necesitan que sus padres o sus
cuidadores, les abracen y les calmen.
- Los niños que se sienten a gusto, acaban diciendo lo que les pasa, o lo que quieren, y poco a poco van aprendiendo a comportarse adecuadamente en esos momentos.
- Los niños que se sienten a gusto, acaban diciendo lo que les pasa, o lo que quieren, y poco a poco van aprendiendo a comportarse adecuadamente en esos momentos.
Todos tenemos a veces mucha ira, pero es muy difícil
que acertemos y nos enfademos con la
persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito
justo y del modo correcto como muy bien decía Aristóteles.