Me han dado el alta, y me han dicho que poco a
poco podré ir haciendo vida normal.
-Me he sentido estos días viviendo entre las cuatro paredes de la habitación 310, como
Emily Dickinson, la poetisa norteamericana que se pasó la mayor parte de su
vida recluida en una habitación en Amherst
en la casa de su padre; aunque esto, no la impidió, tener una gran imaginación
y escribir maravillosos poemas .
-Al llegar a casa todo lo vemos de diferente
manera, y es una sensación muy agradable para el alma sentirnos rodeados de nuestras cosas.
- Si miramos por la ventana, veremos el paisaje
nuestro de cada día, lo primero que vemos cada mañana nada más levantarnos, al
subir la persiana; y si miramos dentro
de nuestras habitaciones, descubrimos las
plantas, los cuadros, los muebles, que nos hacen sentirnos bien.
-Al ratito de llegar a mi casa, cuando ya
habíamos colocado las cosas,( porque al estar tantísimos días, sin darnos
cuenta , nos llenamos de cosas), me tumbé un poco en la cama a descansar, y me
di cuenta al instante de lo bien que se está en casa, rodeada de mis cosas, y comprendí lo bien que vivo,
aunque no siempre lo valore lo suficiente, e incluso me queje por cualquier
tontería.
-A lo mejor es verdad lo que decíamos cuando
éramos adolescentes, que se necesita tristeza para conocer la felicidad, ruido
para apreciar el silencio y ausencia para valorar la presencia.
-A mí desde luego esta larga estancia en el
hospital, me ha servido para dar gracias por encontrarme bien, y por poder estar en casa.
-Estaré mentalmente preparada por si me da un
bajón, al pensar que tengo anemia, y que
estoy floja, y haré inmediatamente una lista de mis bienes, así veré que tengo muchísimas más cosas buenas
que malas y que me tengo que alegrar, y después me comeré un bocadillito de
jamón para coger fuerzas.
-Creo que a partir de ahora voy a valorar lo que
tengo sin necesidad de perderlo, y cada vez que me sienta agotada, cerraré los
ojos unos segundos y buscaré en mi mente cosas que me hacen sentirme feliz.
-Buenas noches.