Acabo de
hablar con mi hermana Mima, y hemos acabado como siempre hablando de los hijos.
Los hijos, para una madre siempre serán pequeños, porque nos preocupan y nos
parece que siempre tenemos que protegerlos.
-Mi hijo
mayor Daniel, que vive en París desde hace muchos años, me dijo ayer que tiene
un terrible dolor de espalda, y tiene tanto dolor que está en la cama con una
bolsa de agua caliente y con un tratamiento anti inflamatorio y analgésico.
-Cuando se fue
a vivir a París, me quedé un poco triste, aunque sabía que era su deseo, que
estaba en un lugar maravilloso con un trabajo que le gusta y que era feliz.
-Cuando los
hijos se independizan y se hacen responsables de sus vidas, los padres damos un
paso atrás y pasamos a ser espectadores , porque es el momento de soltar amarras
y dejarles ir a dirigir sus propias vidas…..
-De todas
maneras, siempre cuento, y siento repetirme que cuando nació Daniel, yo tenía 23 años. Mi madre vino a verme a la
Clínica de Ntra Sra de Loreto en Madrid, y me dijo al verle que era el niño más
guapo del mundo, pero que supiera que ya
se me había acabado la tranquilidad ……¡Qué razón tenía! .
-Primero
fueron las fiebres, las enfermedades infantiles, luego los golpes, los pequeños
accidentes…
-Después las
notas, los amigos los amores los desamores……
-Las noches
en vela esperando que lleguen a casa sanos y salvos.
-A pesar de
que los tres han sido siempre buenos chicos y buenos estudiantes, me he
preocupado mucho toda la vida tanto por la niña Gema como por Daniel y Félix, y
sufría si les veía tristes o decepcionados.
-Mi amiga
Irene Cicero, una gran psicóloga y madre de dos hijos de edades parecidas a los
míos , me mandó una vez un correo que hablaba de algo como que los padres nos
pasamos unos a otros la antorcha de las preocupaciones.
- Nos preocupamos por el que tiene novia y por el
que no la tiene, por el que sale mucho y por el que sale poco, porque el que
está muy alegre o muy triste, y es que en el fondo les queremos tanto que
sentimos que son frágiles, aunque probablemente en estos momentos las frágiles
seamos las madres.
-Nos da
miedo que sufran, querríamos protegerles de todo, de la enfermedad, del dolor
de la desilusión del desamor….
-Ser madre
es entregarles tu amor desde que nacen hasta
que Dios Quiera durante 24 horas al día.
-A veces,
cuando están enfermos, querríamos que volvieran a ser pequeños y cogerles en
los brazos como ayer cogí a mi nieto Alvarito de tres años, que se había hecho
daño en un dedito del pie y se lo curé a besos.
-Lo más
bonito fue que me dijo con esa cara de muñeco que tiene abriendo mucho los ojos
mientras le ponía el pijama: ¡Abelita, a que tus besos curan!.....
-¡Ojalá
pudiéramos curarles a besos……