Mi madre decía: “El éxito en la vida es saber esperar,” en esta sociedad, donde todos quieren gratificación inmediata, donde poca gente tiene paciencia para esperar que las cosas maduren, pienso que podemos reflexionar pensando en el bambú ese árbol japonés, que es casi una hierba y que lo conocemos porque sus hojas son el único alimento de los osos panda…..
-El bambú es un verdadero regalo de la naturaleza, ya que sus propiedades, beneficios y aplicaciones, son realmente casi incontables y desconocidas para nosotros los occidentales.
-Cuando se siembra el bambú, hay que escoger semillas de calidad, y regarlas, abonarlas y cuidarlas, pero durante seis años, no sucede nada. De pronto, al séptimo año sucede el milagro, aparece una pequeña “yema,” y en seis semanas ha crecido hasta 30 metros. Cuanta más alta es la planta, mas rápidamente crece. El misterio es que durante todos esos años se ha dedicado a crecer hacia dentro, ha realizado un crecimiento interno logrando un entramado de raíces y haciendo una estructura masiva y fibrosa que hará que la planta se expanda hacia abajo y a lo ancho debajo de la tierra, siendo muy resistente para sujetar la tierra y los cultivos en caso de lluvias torrenciales, y de grandes vientos. Los bambúes se arquean, pero nunca se rompen, porque están bien sujetos, tienen su pié firme.
-Por eso hay que ser como el bambú. En la vida a veces cuando no vemos los resultados nos impacientamos y queremos abandonar. Hay que tener paciencia, porque las cosas que no se ven, a veces están a punto de salir, se están preparando para que cuando salgan sean fuertes y firmes.
Puede crecer hasta 1 metro al día, sobrepasando a todas las plantas de su alrededor, y cuando está madura, si se corta bien por el primer nudo evitando que se desangre, será más resistente que el hierro y mucho más flexible y servirá hasta para hacer casas y puentes.
-Muchas cosas en nuestra vida son como el bambú, primero tendremos que crear una base sólida, para luego poder levantar un a gran estructura….
-Por falta de paciencia, y por no saber esperar, al ritmo natural de las cosas, podemos perder la oportunidad de recoger el fruto de nuestro esfuerzo, y no lograr nuestro objetivo
-No hay que desanimarse ni darse por vencido. Hay que tener fe, y pensar que estamos creciendo interiormente y echando raíces como el bambú.
