Hoy tengo a los niños en casa.
- Es increíble como dos personitas tan pequeñas
pueden llegar a llenar una casa y a iluminarla.
-Todos los que trabajamos con niños somos
conscientes de lo sabios que son y de la cantidad de cosas que nos enseñan sin
darse cuenta.
-Ellos saben que cualquier cosa puede ser
posible y emocionante; es la magia de la vida, esa que nosotros hemos ido perdiendo a fuerza de dejarnos jirones en las
decepciones y en los disgustos, y que a lo mejor ahora querríamos recuperar.
- Mi sobrina María, cuando rompe o estropea algo,
le dice a su tía Mari Jose, mirándola fijamente: “No pasa nada tita”, y la
verdad es que tiene razón, porque luego, no pasa nada…..
-Los niños nos enseñan a ser generosos y a
perdonar, porque cuando les reñimos por algo, al momento están como si no
hubiera pasado nada, ya que pasan página con mucha rapidez, y esa es una gran lección para los
adultos, aprender a perdonar y pasar página.
-Lo que nos pasa a los adultos es que a veces no
nos basta con que los demás nos perdonen, porque somos nosotros los que no nos
perdonamos, ya que sabemos cuando hemos actuado mal, pero hay que ser como niños, pasar
página y ser como dice mi hermana Mima, nuestro abogado defensor , y no
nuestro fiscal.
Siempre que estoy con los niños me doy cuenta de
lo maravillosa que es la vida,y de la cantidad de sorpresas que nos ofrece cada día.
-El otro día me contaba en la comida mi hijo
Félix, que su hijo Alvarito que acaba de
cumplir 5 años, le dijo al bajarse de la ruta, que trabajaba en la función de
su cole y que tenía un papel muy importante. Mi hijo, se llenó de orgullo y le
preguntó que de que hacía en la obra, y él, le contestó que de árbol.
-Félix se
empezó a reír a carcajadas, porque está harto de oírnos contar a su padre y a
mí, que él hizo de árbol a la misma edad, en la representación de “La
golondrina y el príncipe feliz, de la que se creía el protagonista.
-Yo, que entonces tenía veintitantos años, le preparé con muchísima ilusión, unos pantalones marrones de pana y un
jersey del mismo tono para que pareciera el tronco. Pinté y recorté un montón de hojas preciosas, y le llené con ellas el jersey; luego le enseñé a mover los brazos (que eran las
ramas), suavemente al compás de un
viento invisible, porque me di cuenta de
que iba a estar con los brazos en cruz
durante toda la representación, y que si no las movía un poco, se le acabarían durmiendo.
- Al terminar la función, le dedicamos una
calurosa ovación llena de bravos, como creo que harán ellos con Alvarito.
-Los niños nos ayudan a tener esperanza, son
retoños de unas plantas que hemos sembrado, y que empiezan a crecer en armonía
y belleza, con honestidad y valores; y mirándoles, nos damos cuenta de que
seguramente serán hombres y mujeres buenos que contribuirán a crear un mundo mejor que este al que les hemos traído, porque su sola presencia nos hace ser a todos un poco mejores.
-Tienen las manos vacías, no le deben nada a
nadie, así que podrán caminar siempre hacia adelante, si les educamos bien, y, agarrarán las oportunidades que se les presenten, porque solo con las
manos vacías se puede recibir.
-Así que esta noche al acostarme, pediré a su ángel de la guarda que les cuide, y, daré gracias a
Dios, por concederme la oportunidad de poder disfrutar viéndoles crecer.
-Buenas noches