Solemos ser muy duros con nosotros mismos, y por esta causa a veces nuestra autoestima merma.
-Somos mucho menos exigentes con cualquiera, y
muchísimo más comprensivos que con nosotros mismos.
-Uno de los motivos por los que a veces nos
sentimos frustrados, es porque nos marcamos unas metas demasiado ambiciosas.
-Una amiga mía, decidió adelgazar al volver de
vacaciones y después de que el endocrino le hiciera análisis para comprobar que
estaba en buena forma, y que podía empezar una dieta en la que comería más
adecuadamente, empezó su dieta con mucha ilusión, e incorporó a su rutina diaria
una hora de gimnasia.
-Cuando pasaron los quince días, y le tocaba volver al médico, y estaba llena de
ilusión, pensando que había perdido muchísimo peso.
- El médico la felicitó, después de pesarla y comprobar
que había perdido 2 kg; ella se echó a llorar desconsoladamente, porque estaba
segura de que habría perdido al menos 6 kg.
-El endocrino la regañó, y le dijo que no se puede jugar con la salud, que el cuerpo necesita un ritmo adecuado para perder
peso, y que las pérdidas drásticas, no solamente perjudican seriamente la
salud, sino que son la mejor ayuda para empezar a ser obeso, porque cuando
adelgazas muy deprisa, luego tienes el llamado efecto yo-yo, que consiste en
ganar mucho más peso del que habías perdido.
-Si aprendemos a ponernos metas que podamos
alcanzar, seremos mucho más felices y nos sentiremos orgullosas de nuestros
logros.
-No podemos estar en paz, si nos sentimos fracasados,
por eso hay que marcarse una serie de metas realistas que estén a nuestro alcance.
-La perseverancia y la confianza hacen
auténticos milagros.
-Debemos ser personas prácticas y pensar que sentirnos culpables no
es bueno, por eso nunca prometeremos lo que no podamos cumplir.
-Sentirse víctima, es lo más fácil del mundo,
porque no es ni más ni menos que una manera fácil de evadirse de la propia responsabilidad, pasando a culpabilizar a los
demás de nuestros problemas.
-Cuando culpamos a otro o a otros, perdemos
nuestro poder, ya que les trasladamos la responsabilidad de nuestros
sentimientos como hacen los niños que se inventan otros amigos para culparles
de lo que han hecho mal.
-A veces las personas que nos rodean, nos
provocan respuestas incómodas, pero nunca son las culpables de nuestras
reacciones.
-Cada uno de nosotros somos responsables de
nuestros actos, y en cualquier situación por incómoda que nos parezca, nosotros
decidimos la manera en la que vamos a reaccionar.
-Nuestra habilidad para reaccionar ante una
situación molesta, es básica para aprender a controlarnos como adultos, y poder
argumentar y discutir en lugar de enfurruñarnos como niños inmaduros.
-Es muy importante aprender a perdonarnos y a
ser generosos.
- Tener guardado un saco lleno de afrentas reales o imaginadas es
malo nuestra salud física y emocional.
-Si probáramos a reirnos de nuestras cosas, nos daríamos cuenta de que es un ejercicio muy bueno para el alma, ya que nos liberaríamos de ese gran peso que llevamos encima.
-Buenas noches.