Me dice una amiga, que está preocupada, porque
se acaba de dar cuenta de que tiene demasiadas cosas que la importan mucho, que
la costaría muchísimo separarse de ellas y que sentiría mucho perderlas.
-Después de colgar , me he puesto a pensar ,
porque un sábado por la tarde oscuro y lluvioso, se presta mucho a pensamientos
melancólicos, y me he quedado pasmada al tener la certeza de lo poco que me
importan en estos momentos las cosas, es más, creo que no me importan nada…..
-Lo más importante de mi vida, son las personas
que me rodean, personas con las que me siento feliz, arropada, comprendida, y
querida, aunque a veces la distancia duela, por eso hay que reunirse tan a
menudo como podamos con esas personas que nos dan un motivo para levantarnos
cada mañana y dar gracias a Dios por ello.
-Ya no
quiero compararme con nadie, ni poner un listón muy alto para marcarme metas.
Ahora solo quiero disfrutar cada día con mi gente, e intento ayudarles a ser un
poco más felices y les animo a que persigan sus sueños.
-Ya no me preocupan tanto las cosas que pasen,
me preocupa mucho más la manera con la que yo reaccione ante esas cosas, porque
intento grabarme las palabras mágicas de que en mi cabeza mando yo, y que solo
de mi depende ser feliz o desgraciada.
-Esta mañana hablando en la academia con mi
amiga Ana, comentábamos que es muy difícil de asumir que el que manda en nosotros es nuestro subconsciente,
él es quien mejor decide en caso de duda, ya que tiene una gran base de datos
archivada llena de nuestros recuerdos, experiencias, condicionamientos, y con
toda esta información, nos propone la respuesta más lógica ante cualquier
situación.
-Es muy difícil de asumir que nuestra mente
consciente solamente gobierna el 5% de nuestras decisiones, porque el 95% restante lo dirige nuestro subconsciente.
-Pero lo más duro, desde nuestra soberbia de
raza, esa que nos hace creernos muy listos, es aceptar que nosotros no somos los que hemos
elegido tener esas creencias, que ha sido nuestro subconsciente solito quien lo
ha decidido.
-Yo soy maestra, y todo lo acabo llevando a los
niños que son nuestro futuro, nuestra esperanza de que nazca un hombre nuevo, y
desde luego los portadores de la antorcha, por eso tenemos la gran
responsabilidad y el deber de ser para ellos unos modelos válidos en los que se
quieran reflejar, porque los niños aprenden lo que ven, no las palabras huecas
que a veces les decimos.
-Seremos responsables en parte de su orden de
valores, porque aunque genéticamente nacemos con un cierto sentido de la ética,
la experiencia vital, la familia, la educación y el ambiente harán el resto.
-Tacharemos las creencias limitantes de nuestros
padres con las que ahora no estamos de acuerdo, y procuraremos que adquieran
una buena moral personal.
-Esta noche cuando nos acostemos, tendremos
pensamientos positivos para que nuestro subconsciente que a la vez que trabaja
para mantener las funciones vitales de nuestro cuerpo, también baraja nuestros pensamientos, y esos pensamientos,
serán los responsables de los resultados de nuestras futuras acciones en la
vida.
-Nuestro lenguaje interno debe ser positivo;
tendremos que agradecer todo lo que nos ofrece la vida, dejando de lado las
mochilas de rencores afrentas y envidias.
-Cambiar de actitud, es como plantar una pequeña
semilla, deberemos tener un poco de paciencia hasta que brote y crezca, porque
sabemos que en cuanto esté arraigada, nuestra vida y la de todos los que nos
rodean mejorará sensiblemente.
-Buenas noches.